«Escribes tanto que no te puedo seguir» me ha dicho Laura, repitiendo el sonsonete de Mikel y de Patxi. Y puede ser verdad. De hecho, con la que estás leyendo, querido amigo ( y querida amiga, of course) alcanzo el número 100 de entradas en este blog, desde que se inició allá por finales de la primavera.
Repasando estos apuntes, mayormente escritos a vuelapluma tras un paseo o una conversación, me he dado cuenta de que he ido tocando casi todos los palos, procurando que en algún momento asomara la sonrisa ante el absurdo o el delirio ( individual o colectivo) y que me lo has agradecido.Y de los personajes que han ido apareciendo ¡qué te voy a decir! Que todos forman parte de mí mismo, como ocurre, según el psicoanálisis, en los más profundos sueños. Así que aquí también se podría aplicar aquello de Flaubert : «Madame Bovary c´est moi» ; salvando, por supuesto ( ¡por supuestísimo! ) , las distancias.
Pero la literatura – que es lo que al cabo pretendo hacer en este pequeño formato – debe generar lo verosímil lo cual es todavía más difícultoso si se opta por eso que ahora llaman autoficción. De ahí que, de vez en cuando, algún lector o lectora haya comprobado con celo anglosajón que no había estado donde mis palabras decían o que donde yo había puesto sol todo era lluvia. En estas maniobras y para que brillen las palabras desde sí mismas, algún maestro se ha de tener , y el mío ha sido Josep Pla, un a modo de japonés nacido en el Empordá, que más allá de ser un anarquista de derechas dio a luz un Calendario sin fecha que es, al cabo lo que este blog quisiera llegar a ser.
En fin, puestas las cartas boca arriba, si a partir de ahora continúas siguiéndome, querido lector, querida lectora, mon semblable, mon frère ( y ma soeur, of course), ten siempre presente que si lo que cuento tiene algo que ver con la realidad, será culpa de la realidad, como decía con toda seriedad mi tío el novelista Julio Manegat- que fue quien me metió en estos embrollos desde muy chico.