CRÓNICAS DEL CORONAVIRUS (15.- ¿Distopía autoritaria?

«…el Ejército en la calle, llamamientos a la unidad nacional, limitación del poder autonómico,comunitarismo represivo y ruedas de prensa en prime time a cargo de un general cuyos comunicados parecen un diálogo desechado de La escopeta nacional…» Así terminaba un largo artículo titulado «La tormenta perfecta del autoritarismo», recientemente publicado por el profesor de Sociología César Rendueles.

El párrafo reúne en una sucesión sintética casi todos los aspectos más problemáticos de todo lo que está rodeando a esta crisis sanitaria, bordada por el confinamiento y con la puntilla de un declive económico inminente.

Ni qué decir tiene que de lo que habla Rendueles es de política y no precisamente con minúsculas sino con y muy grandes mayúsculas. Y el párrafo reseñado no es sino al culmen de un denso análisis en el que se reflexiona ordenadamente no ya de los fenómenos citados sino de otros más que se están dando como consecuencia de la pandemia del COVID-19 y que, y acaso eso es lo peor, en sus aspectos más negativos, pueden condicionar gravemente el retorno a la normalidad.

Entre ellos el más importante puede ser el retroceso en los derechos civiles que junto con el auge del populismo, puede reforzar el carácter autoritario de los poderes públicos por medio de «una gestión inteligente del rencor social y el miedo colectivo».

Rendueles tilda a esta perspectiva de distopía política de la nueva ultraderecha…¿Una distopía acaso muy distante de la utopía de que todo continúe como antes una vez pasada la crisis?

Es de suponer que en manos de todos y de todas estará la respuesta.

CRÓNICAS DEL CORONAVIRUS (14.- Consumismo preventivo)

Todo tipo de instituciones, desde las más grandes hasta las más chicas, así como los más variados entes privados, están ofreciendo estos días un amplio surtido de actividades que mayormente se pueden seguir electrónicamente.

Así, es posible visitar museos virtualmente, aprender a bailar zumba, escuchar conciertos y ver obras de teatro en streaming, o ultimar los conocimientos gastronómicos.

Parece como si el descenso productivo generado paralelamente a la crisis sanitaria – y que a partir de ahora se va agudizar con las últimas medidas aprobadas – se pretendiera contener con un incremento del espíritu consumista, de manera que se mantuviera el ritmo social anterior con el objetivo de que se pueda desencadenar una demanda extraordinaria una vez pasado el momento más álgido de la crisis.

Y, sin duda, este intento es encomiable para quien crea tener la responsabilidad social correspondiente, una responsabilidad hoy en día ya suscrita y explícita en anuncios , descuentos y prórrogas, pero su actitud no deja de resultar curiosa, pues también denota un deseo acaso excesivo de tutorizacion colectiva.

De hecho, esta variopinta oferta parece también tener la intención de rellenar como fuera esos tiempos vacíos que necesariamente han de darse en una situación como esta,despreciando la oportunidad otorgada por la coyuntura histórica para aceptar un ligero abandono al aburrimiento que, como se sabe, bien aceptado, da lugar al silencio y a la meditación.

Y, claro, no deja de ser tampoco sorprendente que ese abandono al silencio y a la meditación que en tantas ocasiones se busca o incluso se receta, para hacer un alto en el camino de la vida , se conjure ahora con tanta severidad, con una profusión de estímulos que dinamizan ese a modo de consumismo preventivo, e impiden a la vez el recogimiento en esta nuestra soledad sonora.

Al respecto, no se trataría tanto de eludir absolutamente el entretenimiento o la distracción, sino de aceptar la saturación recordando quizás aquellos versos de Agustín García-Calvo que decían: «Y, sin embargo, /era soledad seguramente /el verdadero alimento de tu corazón…»

CRÓNICAS DEL CORONAVIRUS (13.-Oriente/ Occidente)

Muchos de los debates que se están produciendo estos días , versan sobre los protocolos que se han seguido en países como Corea del Sur o la misma República Popular China para afrontar con éxito la pandemia del coronavirus.

El filósofo surcoreano residente en Berlín, Byung-Chul Han, reflexionaba recientemente sobre esta cuestión, haciendo una comparación con las estrategias que se habían adoptado en Occidente.

Byung-Chul afirmaba que la rápida contención de la pandemia en Oriente se ha debido a dos cuestiones fundamentales.

En primer lugar, al fondo cultural confuciano (1) de estos países, que proporciona un profundo sentido de la colectividad y de drástica disciplina, de manera que en lugares como , por ejemplo, Sanghai , bastó una mención al peligro que se avecinaba para que la mayoría de la población se recluyera en sus acolmenados domicilios, y en el mismo Wuhan no hubo problemas para crear «brigadas populares de barrio» para controlar a sus conciudadanos.

Y en segundo lugar, continuaba Byung-Chul Han , el éxito se ha debido al gran despliegue tecnológico que se ha producido en los últimos años en aquellos lares, que ha permitido monitorizar prácticamente a la mayoría de la población por medio de cámaras de vigilancia y, sobre todo, a través de los dispositivos móviles de cualquier género.

Probablemente , habría que añadir a esta reflexión que la existencia de un régimen político autoritario y militarizado , como es el caso de la República Popular China, ha conjugado a la perfección los dos factores arriba apuntados.

Pues bien, el filósofo surcoreano concluía que si en Europa la pandemia ha conseguido alcanzar niveles ya más altos que en los países mencionados , ha sido precisamente por el profundo individualismo (2) que informa su cultura y por las trabas democráticas que se han opuesto tradicionalmente, y salvo excepciones, al control del poder del Estado, en este caso al control electrónico de hogaño (3).

La cuestión no es baladí, y dará mucho que reflexionar en el futuro por todas las denotaciones y connotaciones que conlleva, pero a la vista de las más de cien mil sanciones impuestas por incumplir el confinamiento y de algunas muestras de esa picaresca tan carpetovetónica – como el caso de los «alquileres de perros», para salir a la calle- quizás un poco de confucianismo sintético no nos vendría muy mal…

(1) Para quienes quieran profundiza en esta cuestión, cfr. , por ejemplo: Huici, V. 2017 ” Cura sui: matrices morales en el pensamiento tradicional chino. Confucio”. Teresa Oñate (comp) Hermenéuticas del cuidado de sí. Madrid: Ed. Dykinson – se puede solicitar en .pdf.

(2)Cfr., por ejemplo y al respecto: Dumont, L.1987. Ensayos sobre el individualismo. Madrid: Alianza Editorial-

(3) «Telefónica y otros siete operadores de telecomunicaciones proporcionarán datos de localización de sus usuarios de teléfonos móviles a la Comisión Europea para facilitar el seguimiento de la expansión del coronavirus» (La Vanguardia,27/3/2020)


CRÓNICAS DEL CORONAVIRUS ( 12.- La imagen del virus)

Hay algo de incomprensible en la exhibición televisiva de esa imagen de fondo cuando se afronta la información de la pandemia del coronavirus.

Pues el denostado COVID-19 se muestra siempre muy ampliado,ya que con su famosa corona mide entre 120 y 160 nanómetros
de diámetro, teniendo en cuenta que un nanómetro es la millonésima parte de un milímetro.

Además, el aspecto general con el que se le representa , que se puede corresponder, salvo por la perfección geométrica , al original, abunda en sus tentáculos, destacándose estos bien por su movimiento , bien por su rojo colorido.

Otro sí, el virus representado en primer plano suele venir acompañado, en fatídico despliegue, y cuando la infografía es de cierta calidad el conjunto se muestra como una composición digna de la Guerra de las Galaxias.

Vamos, que lo que se quiere transmitir es la inminencia de un peligro que parece pequeño pero que es mucho más grande de lo que podemos ver en la nocturnidad que nos envuelve, que es tan pegajoso como alevoso y que viene siempre en cuadrilla…¡Un malo, malísimo!

Y en fin, si bien es cierto que aquel jesuita ilustrado que fue Baltasar Gracián afirmó que «nunca lo verdadero pudo alcanzar a lo imaginado» y que era necesario retener la imaginación con la cordura, también avisó de que «faltará esta regla en lo malo, pues le ayuda la mesma exageración».

Pero, ¿ ayuda tanta exageración? ¿ No sería mejor que las informaciones sobre esta pandemia se transmitieran, por ejemplo, sobre la imagen de un amanecer soleado – ¡ amanece que no es poco! – de esta primavera en la que ya hemos entrado?

CRÓNICAS DEL CORONAVIRUS (11.- Dormir)

«Dormir mejora nuestra resistencia física y moral. Tenemos la oportunidad de comprender que el sueño no es una pérdida de tiempo, sino un alimento esencial para nuestro cerebro, para todo nuestro ser…»

Este breve párrafo está extraído de un largo y delicioso artículo publicado recientemente por la ensayista Mona Chollet ( Ginebra, 1973) con ocasión del confinamiento decretado ante la crisis sanitaria que estamos viviendo.

Desde luego, sería difícil discrepar de sus palabras en tiempos de bonanza: es más, sin duda forman parte de las recomendaciones saludables habituales pues la tal bonanza suele ser, por otro lado y en muchos casos, muy estresante.

Pero como ella apunta, «para soportar el confinamiento, algunos sugieren que sigamos poniendo el despertador» como condición de una cierta normalidad. Y , sin duda, el despertador debe y deberá sonar para todos aquellos y aquellas cuya presencia física es indispensable en la primera línea de la sanidad, el comercio, los abastecimientos o el orden público.

Sin embargo, no tiene porqué serlo para el resto de los sometidos al estado de alarma, pues dormir más , si se puede, durante el confinamiento, aliviará sin duda el durísimo transcurso del tiempo del reloj, y puede suponer también la oportunidad de que la vigilia se deslice hacia la duración, hacia ese tiempo cualitativo del que se hizo eco Henri Bergson, y que permitiría tomárselo todo , al menos durante unas semanas, según un ritmo propio individual o colectivo – pues también hay «duraciones colectivas»…

Ya lo dijo aquel japonés del Ampurdán que se llamaba Josep Pla: «¡Dormir…!¿Acaso existe algo más noble y correcto que dormir?» …

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CRÓNICAS DEL CORONAVIRUS (10.- Bulos y «expertos»)

En una reciente columna, el escritor catalán Sergi Pàmies, recomendaba comparar estos días la realidad de la calle con la realidad de los medios de comunicación.

Y puede ser una buena recomendación pues nuestros ojos suelen ver poca gente caminando y colas ordenadas manteniendo la distancia de seguridad , y los medios, buscando un sensacionalismo singular por competitivo, sólo destacan imágenes de acaparadores en supermercados , vídeos de descontrolados turistas irredentos y sancionables, o comunicados de la UME tras descubir cadáveres en residencias de ancianos.

La prevención de mirar más a la calle y menos a los medios de comunicación debería extenderse, casi con carácter tan obligatorio como el confinamiento, a una multitud de mensajes que más allá de los que pretender provocar un risa o una carcajada, dan cuenta de links de las más variadas procedencias en las que supuestos expertos explican lo que se tenía que haber hecho o lo que habría que hacer, constituyendo una cascada apocalíptica de fango que no aporta nada práctico y que disuade por la mayor, la eficacia de lo menor: quedarse en casa y mantener las indicaciones higiénicas.

Esta tendencia al masoquismo intelectual, a la que es tan proclive cierto personal que ha somatizado la consigna de «cuanto peor, mejor», habría que cortarla de raíz, seleccionando la información según la fuente contrastada, y por supuesto, no dándole ese pábulo electrónico que se consigue con un simple e irresponsable «clik».

Quizás así conseguiríamos detener ese flujo constante de bulos inquietantes, el mejor caldo de cultivo para políticos oportunistas, milenaristas de diferente tipología…y hackers varios.

Y la fórmula no puede ser mas sencilla: mirar más a la calle y menos a los medios. Solo así conseguiremos «desinfoxicarnos», en expresión de la periodista también catalana Susana Quadrado – y ya recogida por nuestro particular caza-palabros Iñaki Murua. O sea, y en la intimidad: DIGUEM NO!


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CRÓNICAS DEL CORONAVIRUS (9.- Sentimentalidades y dolorismo recreativo)

Mientras en las redes sociales el número de mensajes de todo tipo está disminuyendo, los medios de comunicación audiovisuales, y sobre todo las televisiones, se están encaminando hacia cierto amarillismo sentimentaloide.

El primer fenómeno puede deberse a la saturación receptiva de los usuarios , pero también a cierta cripto-conciencia de última instancia de que las redes pueden petar , como suele ocurrir en las efervescencias electrónicas de, por ejemplo, las navidades.

En cuanto al amarillismo mentado, que no puede ser tan inconsciente por programado por los gurus del sector, se desliza entre el apocalipsis cotidiano de las cifras que proporciona la dosis correcta de terror, y los reportajes un tanto babeantes, y mayormente llorosos de algunos de los protagonistas- por cierto. ¿por qué aparecerán tantas mujeres en este apartado? – con una apología, en algunos casos de manual, de la milicia de los militares.

Y así, entre el terror y los lloros, la milicia militar va cobrando su protagonismo – que por otro lado lo tiene que tener pues constituye su «deber» en una sociedad del siglo XXI- y otras milicias, que aparecen siempre quejosas por falta de personal y material, van convirtiendose en atrezzo de la dinámica triunfal de la propiamente dicha, quedando para el personal de a pie, la queja leve y la mirada sombría, eso sí compartida.

Vamos, que lo que nos queda es aquello que Josep Pla denominaba el dolorismo recreativo, que limpia , fija y da esplendor a nuestra quebrada y quebradiza sentimentalidad…


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CRÓNICAS DEL CORONAVIRUS ( 8. – Liderazgos)

Otra de las constantes que se han evidenciado como articulaciones fundamentales en estos tiempos de crisis, ha sido la cuestión del liderazgo.

Y lo cierto- y lo penoso- es que se ha mostrado por lo general a la contra, es decir más como una ausencia que como una presencia, si bien en manifestaciones diferentes.

Así, ha habido, y está habiendo, liderazgos administrativos, encarnados en rostros inexpresivos ( en realidad, siempre lo fueron) que pretenden suplir con razonamientos tan tecnocráticos como parcos su absoluta falta de empatía con quienes padecen esta situación o cualquier otra.

Otro sí, se han desplegado liderazgos colaterales, que están aprovechando la coyuntura para defender sus chiringuitos particulares, alternando el enfado y la sonrisa , y haciendo de su capa un sayo y viceversa, según sopla el viento colectivo.

Y también liderazgos plomizos, esos que convierten sus ruedas de prensa en mítines solapados y que se conforman con una larga , larguísima, alternancia de datos, soflamas y cucadas, y de los que no se sabe si pretenden curar el miedo con un adormecimiento general básico.

Pero nada de nada de algún liderazgo carismático , tan necesario aunque fuera en un tono menor , que insufle no sólo esperanza sino por lo menos verosimilitud. Al respecto, tan sólo el doctor Simón ha apuntado como meritorio y todavía más cuando ha aparecido entre corchetes azules, grises y verdes. Pero tampoco es al cabo lo suyo, y ya es mucho el toque directo y contenido que está dando entre tanto llanto desgarrado y crujir de dientes.

Al veterano Max Weber no le dio tiempo de estudiar estos liderazgos tan sosainas, aunque sí previó porque los vio los de un Xi Jinping o un Donald Trump, tan tópicos como típicos. Así que cuando pase el tormentón y alguien mande parar, a lo mejor será una buena ocasión para analizar y evaluar el liderazgo en el siglo XXI…

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CRÓNICAS DEL CORONAVIRUS (7.- La recentralización de la Política)

Otro aspecto que se está poniendo en evidencia a lo largo de esta crisis es la vigencia de la Política. De la Política considerada tanto desde las concepciones macro-políticas como las de Platón o Aristóteles, hasta las post-modernas micro-políticas como las de Michel Foucault, pasando por los retruécanos renacentistas de Maquiavelo o el romanticismo ilustrado de un Montesquieu .

Y más allá de que las variantes actualizadas de todas las tendencias apuntadas puedan en estos momentos desdoblarse entre la inmediatez empírica o la virtualidad distante, hay algunas constantes que se han evidenciado como articulaciones fundamentales.

Una de ellas, acaso la más notable, es la vinculación estricta que se ha manifestado entre La Política y la Nación-Estado, restableciendo La Frontera como límite del Trabajo Político, disolviendo las distinciones administrativas internas y, sobre todo , obviando las generadas por elevación, como es el caso de la Comunidad Europea: no deja de ser incomprensible que Europa no haya respondido bajo los mismos criterios, o que lo esté haciendo al ralentí.

La constatción de que la Respuesta Política a la crisis esté siendo Estatal tiene su máxima expresión en la vinculación de la Acción Política a la Acción Militar , manifestándose en la presencia uniformada en las ruedas de prensa, en el lenguaje de guerra utilizado y en la propaganda mediática que ya presenta la batalla como inminentemente ubicada en la fase bélica de «explotación del éxito».

Ni qué decir tiene que la lectura ideológica de esta vinculación sugiere un senda de recentralización administrativa que, una vez superada la crisis, puede alterar en el futuro cualquier pacto previo y hasta constitucional, con el argumento de que un largo y tenso esfuerzo colectivo ha generado la nueva configuración del Estado que se planteará como una panacea.

Ser conscientes de este peligro de involución recentralizadora que se mostrará como inapelable en el patio interno y sumamente insolidaria en la casa europea, es una labor crítica que debería estar siempre presente sin por ello despreciar las necesarias y constantes llamadas a la acción conjunta y responsable, pero también, y en lenguaje militar, para no confundir la táctica con la estrategia…

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CRÓNICAS DEL CORONAVIRUS (6.-Rumorología)

Hay ya mucha gente que está dejando de leer y ver todo lo que le llega por las redes sociales . Lo está haciendo por saturación en un doble sentido: porque son muchos los mensajes y porque además son reiterativos por no decir multiplicados.

Entre los mensajes recibidos hay de todo, desde recomendaciones de lectura y cine hasta guías para la elaboración rápida de mascarillas, pero los que más acaban irritando son aquellos que opinan al tresbolillo sobre los más variopintos aspectos de esta crisis tan sanitaria como económica, tan política como social .

Al respecto sobresalen los que difunden rumores con el añadido colateral de que muchos de ellos están basados en descaradas fake-news y que vienen avalados por supuestos expertos, constituyendo un fenómeno que mi colega de blogosfera Iñaki Murua ha denominado, con gran acierto y perspicacia , «cuñadismo digital».

Pero, en realidad, y como diría aquel ( ¿ quién?) , esto es más viejo que la pana: se trata del viejo fenómeno que en tiempos pasados se llamaba radio-macuto, si bien aquella rumorología no impregnaba sino a pequeños y específicos grupos ( era notable su uso, como su nombre indica,entre quienes hacían la mili ). Pero ahora, claro,ha tomado una dimensión cuasi universal como consecuencia de la potencialidad distributiva del mundo electrónico.

Aun así, no habría que darle mayor importancia a esta democratización un tanto delirante de la comunicación, pues el rumor, que no es sino el acicate mayor del cotilleo, ayuda y mucho según algunas teorías antropológicas a hacer germinar una y otra vez la socialidad, y más entre los confinados.

A fin de cuentas ya dijo Marshall McLuhan , en una obra titulada Comprender los medios de comunicación: Las extensiones del ser humano) (1964) aquello de «el medio es el mensaje» para indicar que más allá de lo que nos dicen y de lo que decimos , de lo que nos enviamos y recibimos, lo importante es que mantenenos la relación a través de ese medio que utilizamos. Y eso hasta tal punto que el mismo McLuhan aceptó la broma de llegar a postular que «el medio es el masaje» que nos frota…Incluso hasta la irritación, hasta la saturación…

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