FATA MORGANA ( intermedio pandémico)

«Nuestros padres mintieron, eso es todo» dijo el poeta de Vinogrado.

Y con el humo del cirio pascual se van los padres y las madres entre olor a incienso y vestiduras moradas. Uno más. Una más. Y allá, en las lápidas blancas, se superponen fechas, nombres y apellidos entre el musgo dorado , bajo los altos cipreses que todavía creen en Dios. ¡ Ah oscura tumba en la que yace mi hermano!

Entre las arquivoltas , fata morgana, se dibujan rostros que nos escrutan en silencio bajo diferentes banderas. Hijos e hijas del «Dios, Patria, Rey», pero ateos funcionales, patriotas descastados y monárquicos ocasionales.Vivieron como pudieron apostando por la supervivencia que les había regalado el fusil airado.

«No mires nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia», ha dejado caer desganadamente el sacerdote. Y se podría añadir, ¡ oh San Emilio Durkheim!, la fe de cualquier iglesia, tradicional o civil, de rigurosa observancia religiosa o de estricta disciplina política, global, local o nacional, de toda agrupación humana , en fin, que no haya renunciado al porvenir de una ilusión.

Sí, Jon, nuestros padres mintieron, eso es todo…Mentiras sí, unas piadosas otras no tanto…

INTEMPESTIVAS PANDÉMICAS ( 5. Tele-deporte)

La pandemia del COVID-19 ha modificado notablemente el ejercicio deportivo particular como consecuencia del encierro y la perimetración. La demanda de aparatos eléctrico- electrónicos, como bicicletas estáticas, cintas o elípticas creció enormemente durante la fase de confinamiento estricto fomentando el comercio digital.

Después, en un mayor régimen de apertura , más allá de la práctica al aire libre, desde muchos gimnasios comenzó una variada oferta on line que ha tenido cierto éxito y que posiblemente ha abierto un nuevo «nicho de negocio», como se suele decir habitualmente.

Aun así, la gran transformación en el mundo del deporte ha sido la relativa a su dimensión como espectáculo, que ante la imposibilidad de contar con un público de masas, se ha convertido definitivamente en tele-deporte, sobre todo en el caso del fútbol, siempre deporte-rey.

En este sentido, el cambio ya se había presentido con la arbitraria adecuación de la competición a la retransmisión televisiva,generando una parrilla de días y horarios , incluso de carácter internacional, en ocasiones de difícil seguimiento, llegándose, en algunos casos ,a negarse la retransmisión de no haber suficiente afición en las gradas.

Pero la pandemia ha conseguido que la ausencia de público ya no sea una limitación y se ha aceptado la simulación de asistencia, a veces un tanto grotesca, sin mayores problemas , contribuyendo a ello la integración de perspectivas visuales insólitas con nuevos dispositivos técnicos antes impensables.

Es más que probable que la entrada en una nueva normalidad acentúe aún más este aspecto tele-deportivo, aunque será difícil reemplazar la efervescencia social que tradicionalmente ha acompañado a los deportes de masas, nuevas religiones civiles, en alza desde hace varios años.

Entre tanto, un efecto muy previsible de esta dimensión tele-deportiva puede ser su hiper-significacion ideológica, el incremento geométrico de su carga simbólica, algo que, como ya se ha podido comprobar puntualmente en la anterior normalidad, puede elevar la presión psicológica sobre quienes practican lo que al cabo no es sino un juego, desvirtuando la competición y ofreciendo un espectáculo decepcionante al no cumplimentar las expectativas previstas.

Así, equilibrar el juego y el espectáculo, los sentimientos identitarios y los intereses crematísticos, será una de las tareas pendientes en la nueva realidad condicionada por la actual y masiva experiencia tele-deportiva, estimulada además por las autoridades como profilaxis anti-pandémica ( no se sabe si con mucho éxito)…