¡ANDARE…!

Exhausto , me tiro sobre la cama y girando sobre mí mismo, levanto las piernas y coloco los pies desnudos sobre el cabezal para aliviarlos : es una antigua técnica que me recomendó mi sensei de karate-do cuando me dedicaba a tales menesteres.

Estoy ciertamente apalizado y no es para menos pues hemos recorrido media Toscana a uña de caballo para ocultar el oscuro deseo de visitar una vez más la estricta y medieval Siena, siempre enemiga de Florencia, sus florituras y sus Medici.

Gracias a lo que sea, Siena es todavía una ciudad pateable, y lo visible y visitable está en sus calles y plazas y no tanto en museos con entradas de colas kilométricas.

El larguísimo paseo de hoy ha comenzado con un Spritz-Aperol, aperitivo que ahora está de nuevo muy de moda, en la Piazza del Campo, (para mí « la placidad de la plaza en cuanto que plaza» en terminología a lo Heidegger )y ha finalizado comiendo en una esquina perdida, ocasión que he aprovechado para probar – y aprobar- la cerveza Iris, birra autónoma y heterónoma.

Ha sido , ciertamente, un buen día, alejados de las marabuntas peregrinas de turistas con palo-selfie en ristre y una admiración babeante e impenitente.

Cuando mis pies, y mis caderas ( y mis hombros) se han repuesto ,he vuelto al decubito supino ordinario y he abierto el libro de Josep Pla La vida amarga, por el capítulo «Records de Floréncia» que me he traído para la mesilla de noche y he leído: «¿ Para qué nos servirían el Duomo, el Campanile, el Batisttero, el Palazzo Vecchio…si no viniesen turistas.Nos moriríamos de hambre en medio de tantas bellezas y el Renacimiento entero no nos daría ni para un café con leche…», palabras pronunciadas por un camarero «que había meditado a fondo sobre el turismo»…en 1920.

Y ha descendido sobre mí un inmenso consuelo y he encontrado sentido, y mucho, a mi andare…en todos los sentidos.

4 comentarios sobre «¡ANDARE…!»

  1. Tranquilo, Vicente, que una cosa es que nos reconozcan como «senior» y otra que, como le dice Juan José Millas a Juan Luis Arsuaga («la muerte contada por un sapiens a un neandertal») nos den un carnet de identidad que caduca en el 9999, con lo que «caducaré yo antes».
    Entrañable artículo, Vicente

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *