Cuando iba camino de los diecisiete años, durante el curso 1971-72 ,se implantó el denominado Curso de Orientación Universitaria o COU ( familiarmente conocido como Curso de Desorientación Universitaria) que permitía el acceso directo a la universidad sin pasar por el PREU o prueba de selectividad alguna.
Fue un año muy especial, pues se dió entrada a algunas chicas en el Colegio de los Hermanos Maristas, ya que, por ley, el COU debía cursarse en régimen mixto. La presencia de las chicas, a pesar de ser dos o tres y proceder de un colegio religioso cercano, fue motivo de muchos comentarios y algarabías varias.
Quienes ahora acuden a los centros educativos en régimen de coeducación no pueden ni imaginarse lo que era una enseñanza separada según sexos y, sobre todo, no han tenido, digamos, la ocasión de desatar un imaginario complejo y tumultuoso respecto del sexo ausente. Supongo que la mayor parte de los tabúes sexuales, de los ideales masculinos y femeninos, y de los modelos de relación social que hemos padecido aquellos que nacimos antes de 1960, se han conformado a la medida el desconocimiento sistemático del sexo contrario que generaba este tipo de enseñanza.
Además, este imaginario era bifronte casi hasta lo esquizoide. Así, en nuestro caso, las mujeres, y por extensión, las chicas que podíamos conocer, debían ser guapas y tener buen tipo, es decir, debían ser algo así como unas muñequitas intocables y admirables; pero, por otro lado, sin conocer en absoluto el cuerpo femenino, debían mostrase en el momento adecuado como verdaderos chupópteros sexuales y dejarnos extenuados ( todavía no habíamos leído al Michel Foucault de Historia de la Sexualidad, en el que esta hysteria se explica admirablemente. Ni que decir tiene que nada de todo esto tenía que ver con la realidad ni, sobre todo, con la realidad de las mujeres como seres humanos, y que nos podíamos sorprender con sólo saber que acudían al cuarto de baño y hacían aguas mayores como cualquiera de nosotros.
En cualquier caso, la sexualidad de aquellos años era todavía muy elemental y no pasaba del tonteo y de cierto vacile torpe y desmañado. Y como yo no podía exhibir músculo , que era lo que mayormente exhibían mis compañeros de clase- sobre todo los muy solicitados practicantes de la natación – yo exhibía boca, y pronto comprobé que con mis chistes y gracias podía defender mi territorio frente a algunos armarios andantes que me rodeaban.
Y así sigo…como en el COU…
«Desatar un imaginario». De eso se trata muchas veces en esta vida porque la realidad suele ser bastante más «pedestre» que lo que uno se imagina