En los próximos años es muy probable que a la siñalética habitual se incorpore un nuevo icono- consensuado- que indique ¡Atención!¡Jubilad@s circulando!
Me explico. Como consecuencia del ahora periclitante Estado de Bienestar se ha creado algo así como un nuevo grupo social en el que ya se distingue entre jóvenes-mayores ( de 65 a 80) y mayores-mayores ( a partir de los 80) que tienen, es cierto, muchos problemas ( en cuanto a las pensiones o a la asistencia médica y/o social), resuelven otros ( generalmente relacionados con la custodia de menores) pero que también generan los suyos debido a la agradable vitalidad de que suelen disfrutar.Para muestra, dos botones.
Ayer fui al mi super de siempre a hacer una pequeña compra al filo del mediodía. Debido a las restricciones de plantilla, supongo, sólo había dos cajas abiertas y yo me puse en la cola que me parecía más rápida. Pero no. A pesar de dedicarme a la contemplación latente del paisanaje, observé que mi cola no avanzaba. Pasados diez minutos me di cuenta de que allá, al final, había una discusión entre un señor de buen ver canoso y una cajera de cabellos encrespados, a cuenta de unos cuchillos de regalo. Por lo que pude entender, la cajera no sabía nada de los citados cuchillos cuya propaganda había recibido aquella misma mañana el sujeto en cuestión. Aclarado este punto, resultó que para acceder al regalo prometido había que comprar una botella de vino de una marca que, ¡oh cielos!, era diferente a la mercada . Hecha la sustitución, advino que al jubilado le faltaban 0,92 céntimos para obtener la dádiva… en fin que me cambié de cola.
Después fui a la sucursal habitual de mi banco. Para mi sorpresa habían puesto un sistema de recepción de esos que ya se estila en muchas instituciones, consistente en la obtención de un papelillo con una fórmula esotérica – la mía CP 059- y me senté a la espera de que me convocaran. Pasaron diez minutos y mi número no aparecía en la pantalla, aunque sí una variada información sobre el tiempo en Benidorm. Delante mía, una señora charlaba animadamente con su- supongo – «asesora». Parecía que iba a terminar. Y de hecho se levantaba , pero se volvía a sentar. Así hasta tres veces. Y como yo también tengo un punto esotérico – aunque en tono menor- me dije » A la tercera va la vencida» , me levanté y tomé las de Villadiego.
En fin, querido lector, amable lectora, quizás ahora no, pero sí en el futuro, agradecerás que, como he dicho al principio, te informen sucinta pero eficazmente , mediante la oportuna siñalética , de la presencia de jubilad@s circulando, tú, mon semblable, mon frère, ma soeur…