BERLINALE 2: entre Federico el Grande y la Conferencia de Wannsee

Nada más llegar a la estación Central de Potsdam nos ha salido al paso una estudiante sevillana que está haciendo su «erasmus» en Berlín  -¡ cuándo aprenderá la estudiantina de estos lares lo importante que es tener una trabajo de algunas horas para saber lo que cuesta ganar unos euros! Nos ha propuesto hacer el «Tour de Kaiser» y hemos aceptado.

Hemos subido a un autobús y,casi de inmediato, ha comenzado una  larga vuelta de dos horas con varias paradas, acompañados por un señor  de mostacho blanco y nuca heideggeriana que rondaba los setenta y bastantes y ha ejercido como guía ( a consecuencia, supongo de la austeridad  goda de Ánjela Merkel. Bajo su voz alemana incesante en sordina y algunas  rápidas aclaraciones en un inglés algo gangoso, hemos visitado, en primer lugar  el Palacio Nuevo y luego el monumental Sansoucci, de la época de Federico II el Grande de Prusia , amenizados por las explicaciones caballerescas de  nuestro guía. Por fin, hemos recalado en  el Palacio Cecilienhof donde se celebró en el verano de 1945  la famosa Conferencia de Potsdam en la  que  las potencias vencedoras de la II Guerra Mundial  ( con Stalin ,  Churchill y Truman a la cabeza ) se  repartieron y multaron a Alemania, una vez más, mientras el presidente norteamericano  ordenaba el bombardeo de Hirosima y Nagasaki.

Aún así, para el viajero avisado ,ni la grandiosidad prusiana de Federico el Grande manifiesta en sus palacios ha resultado comparable a la magnificiencia de Versalles o, por ejemplo, a la del Palacio de Verano de Beijing, ni  todas las explicaciones, que se han desarrollado con una equidistancia exquisita, han podido ocultar un a modo de culpa sorda  y tensa por haber participado en el delirio nazi.Y para confirmar todo lo anterior, ya de vuelta, hemos atisbado entre las lagunas circulares que rodean a la capital federal, el rótulo bamboleante de una estación de tren que decía » Berlin-Wannsee»…Wannsee, donde en enero de 1942, se decidió » la solución final» que condujo al holocausto…

Culpa, culpa, como si en Alemania se quisieran obviar las dos guerras mundiales y se quisiera pasar directamente del Reino de Prusia a la República Federal…Pero, ¿ y el dolor? Y no sólo  el dolor de las víctimas, sino  también  el de los asimilados  por defecto a los victimarios…Pues, como dice Ernst Jünger en su libro Sobre el dolor, » la suma del dolor no reclamado se acumula para formar un capital invisible que va aumentando con los intereses y con los intereses de los intereses…»

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