Acerca de los botellones juveniles que tanto están dando que hablar,decía recientemente Fernando Savater que a los 20 años no fue ni casto, ni abstemio, ni obediente, y que en recuperando «aquella subversiva edad seguro que no estaría lejos de los escandalosos y, sobre todo y ante todo, de las escandalosas».
No es don Fernando santo de mi devoción, y siempre me han gustado más sus libros que su «actitud cívica», aunque he de reconocer que en una ocasión le escuché una frase que me gustó mucho :»Se dice que todas las ideas son respetables, pero las ideas no son respetables, pues solo lo son las personas».Frase inteligente pero inútil en el caldo de cultivo cainita que nos ha informado desde Indíbil y Mandonio.
También en esta ocasión puede que las afirmaciones del filósofo guipuzcoano sean tan inteligentes como inútiles , pues es lógico que jóvenes y jóvenas estén hasta sus mismísimos respectivos tras el largo confinamiento y las drásticas condiciones de convivencia que les impiden dar rienda suelta a sus hormonas y al coup de foudre consiguiente.
Probablemente, y como ya se ha repetido más que la lista de las comarcas españolas en las aulas franquistas, si en los comités asesores de quienes deciden la política frente al COVID-19 hubiera ( habido) algún representante de la Sociología, la Psicología o, sin más, de la Juventud, se habría evitado una línea de acción meramente sanitaria y como mucho para-económica, y con ello la rebelión de las masas botellónicas que ha agudizado la de por sí edad del escándalo.
Pues pensar que nuestros jóvenes deben comportarse como cayetanos (y cayetanas, of course) obedientes y que los que no lo hagan así o son «de fuera» o «canis y chonis» desmadrados, que , además, tienen como único objetivo destrozar escaparates, asaltar comercios y enfrentarse a las FOP, es un tanto burdo y ximple a fuer de absurdo.
Y aunque como decía el camisa vieja y sutil escritor mallorquín Llorenç Villalonga en sus Falses Memòries de Salvador Orlan, “la ironia irritava, perquè em temps de guerra les coses han de ser o blanc o negre…”, planteada la pandemia del COVID-19 como una guerra, más les valdría a nuestros mandamases ( y mandamasas, of course) tener en cuenta la globalidad de El arte de la Guerra de Sun Tzu que las estadísticas polisémicas que les ofrecen los tecnocratillas de turno.
Pero acaso se esta hablando de otro país, de un país imposible en el que la juventud sea de verdad tenida en cuenta y no solo salga criminalizada en los medios de comunicación por hacer un…¡ Botellón!…
NOTA del 17 de setiembre: El LABI ha decidido flexibilizar las medidas restrictivas…¡ Bien! En Navarra la apertura de locales ha suavizado los botellones. Ahora solo falta que se reactiven los transportes nocturnos para que » la juventud» pueda volver a sus casas y no se quede colgada toda la noche…haciendo botellón y demás.
Saváter se columpia mucho, a mi modo de ver, con sus boutades. Si el ilustre catedrático de ética hubiera pisado un ambulatorio sabría lo estúpido que resulta defender el derecho a drogarse con heroína y otros venenos y más con una argumentación muy endeble aunque entusiasta.
Me quedo con buena parte de su libro «Humanismo impenitente» y lamento que muchos políticos no quieran mojarse con su parroquia a la hora de promover actitudes cívicas. Realmente, quizás esos botellones son inevitables.
Muchas gracias por el comentario.