Escuchaba esta mañana una tertulia de tutólogos ( y tutólogas) – de esos /as que hablan de todo y sobre todo- en la que se discutía sobre la iniciativa de llevar camisetas negras el día 6 en Pamplona, como protesta por el excarcelamiento «preventivo» de La Manada.
Por lo general las opiniones eran contrarias a tal iniciativa. Así, una voz reposada argumentaba que, como la propuesta provenía de » fuera de Euskal Herría», no era cuestión de tenerla mucho en cuenta. Extraño argumento tras décadas de explotación internacional de estas fiestas de la mano de Hemingway y sus adláteres y más aún en estos tiempos en los que las redes sociales conectan a gentes y grupos de lo más variopinto.
Otra voz, menos reposada, decía que proponer vestir camisetas negras ataca directamente » la recia tradición sanferminera», y el peso de las palabras casi convertía las tales en camisas negras de tan negras otro sí connotaciones. Aquí el argumento se iba por la escurridera del deseo, pues la investigación histórica ya ha demostrado cumplidamente que los sanfermines, tal y como hoy los contemplamos y acaso disfrutamos , son el producto de un diseño de carlistas ( más) y falangistas ( menos) que en los primeros años del franquismo se apropiaron de ceremonias ( como la del cohete, ) o paseos ultraconservadores (como el riau-riau), se inventaron canciones ( como el » Uno de enero…» o el «Pobre de mí» ) y, por fin pergeñaron una indumentaria en la que combinaron el blanco y el rojo según la disposición habitual. Y todo para premiar a la ciudad de Pamplona – en nombre de la «brava Navarra» que había recibido la Cruz Laureada de la San Fernando » por su contribución al Alzamiento Nacional»- con una fiesta única en el Ruedo Ibérico. Lo cual que debería quizá ser revisado a la luz de la Ley de Memoria Histórica…
Pero lo más extraño es que, pasado el tema- el siguiente era el traslado de presos independentistas a cárceles catalanas, en tutología total- ninguno de los contertulios – y contertulias- ha hablado de esta fiesta en el sentido de que ,como todas las fiestas, es suspensión de la normalidad y fundamentalmente recreación acelerada de los vínculos sociales, y entre ellos los sexuales, por mucho que se intenten edulcorar aunque , por supuesto, sí normativizar en sus mínimos, como ahora está ocurriendo por parte de muchas mujeres al calor del «NO ES NO», un mensaje sencillo y rápidamente comprensible…Sorprendente ausencia no ya antropológica, que también, sino adecuada a la cuestión.
Y es que, al cabo, muchas gentes, siguiendo la horizontalidad cutre de la tutología, prefieren que se les hable de menhires sin datar, de conspiraciones vaticanas , de criptas secretas … o de unos sanfermines » novelados» al gusto de cada cual…( de una de estas novelizaciones , una de las más toscas y oportunistas, por referirse a los de 1978, hablaré un día de estos…
«Por la escurridera del deseo» lo mejor del artículo para mí. Por lo demás, don Vicente, ¿qué tal va lo de la casuca en la Sierra de de la Demanda? ¡Qué ocurrencias tiene usted, mire que decir que los sanfermines son un diseño de carlistas y falangistas! Pero buen hombre de Dios, ¡cómo se le ocurre decir verdades en estos tiempos con lo fácil que es seguir la corriente! Rezo por usted.
Ya, pero todavía hay quien no se quiere enterar de estas cuestiones, ni sabe quiénes fueron gentes como los Pérez-Salazar, los Baleztena o el «maestro Bravo»…Y continúan pensando, como respecto de otras tantas cosas, que «los sanfermines no datan» cuando, de hecho en los años cuarenta del siglo pasado eran bien distintos a los de los años sesenta y , en estos momentos, como era de esperar, continúan en evolución según la dinámica ciudadana que tuvo su «corrección asesina» en 1978…