Esta es la pregunta que le hice ayer por la noche a mi amigo Jordi, encapsulado que estaba en su masía de Girona. Y se la hice porque la «narrativa» – como se dice ahora – del Plan A tiene una preocupante estructura de tragedia.
Y resulta preocupante porque la tragedia, código fundamental de sentido «occidental», encamina hacia el sacrificio de los héroes pero no ofrece soluciones, como muy bien apuntó en su momento el sinólogo François Jullien. Y mentando a los chinos, hay que recordar que el Arte de la Guerra de Sun-zi – que comparte balda en mi biblioteca con el Oráculo manual y arte de prudencia de Baltasar Gracián – indica en su capítulo III: » Resultará vencedor quien sepa cuándo combatir y cuándo no «, pues para lanzarse a la última batalla ya hay que tener ganada la guerra. Pero , claro , para que esto ocurra hay que disponer de un ( o una) buen ( o buena ) «estrategós» o general que sepa convertir lo estratégico en táctico y viceversa según sea conveniente.
Si la narrativa del plan A se desarrolla hasta el final, veremos al Puigdemont y a la Forcadell salir del Parlament «entre corchetes», como diría un clásico. Será sin duda una de las fotos del siglo, pero también , acaso, la constatación de que la»cuestión catalana» continúa pendiente ( a pesar de que ayer el siempre bien informado profesor Ramón Cotarelo la daba por zanjada de una vez por todas.
Y por otro lado, de la tragedia a la tragi-comedia hay un paso tan imperceptible como terrible. Ayer el Jordi no supo qué responderme por lo que la pregunta queda en el aire: ¿Hay un Plan B o no?
Carles Puigdemont à Bruxelles : une stratégie bien pensée
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