Como he comentado en varias ocasiones, suelo leer La Vanguardia todos los sábados , más que todo por su magnífico suplemento «Cultura/s».
Y también por la columna correspondiente – y por lo general muy sugerente- de Manuel Castells. La de ayer se titulaba «Intervención » y trataba, obviamente, de la aplicación del artículo 155 de la Constitución de 1978 en Catalunya. En dicha columna, sin poner en duda la respuesta automática del gobierno español, deducía Castells que «cuanto más intervengan las instituciones, más protagonismo tendrá la sociedad civil y más diversas serán las formas de resistencia». Y finalizaba afirmando : » La alternativa es simple: o estado de excepción permanente en Catalunya, aún no declarado, o diálogo sin condiciones previas entre el nacionalismo catalán y el español».
Una propuesta no muy original y que no se sabe si es muy buena o si es una buena idea mala en su aplicabilidad.
Pero de aplicarse, parece que lo mejor sería tomarse un respiro , independientemente de que todos ( y todas) piensen que » han cumplido con su deber»
Y estando en estas, he extendido el brazo hacia el Oráculo manual y Arte de Prudencia de Baltasar Gracián que siempre tengo a mano y lo he abierto por el número 38, en el que dice: » Tanto importa una bella retirada como una bizarra acometida «… Pues eso que diría un Umbral.
No sé, no sé, don Vicente. ¿No lleva tiempo en estado de excepción la otra mitad de la población de Cataluña? ¿No es una «excepción» el no poder expresarse con tranquilidad sin miedo al qué dirán y a sus consecuencias? Como sabemos por estas tierras, sin ir más lejos, muchos profesores de universidad -por poner un ejemplo- han estado demasiados años en «estado de excepción» y cansados de ella han tenido que buscar otros horizontes académicos más «normales». Saludos