LA BARDOT (y el bikini)

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Ayer dormí  con Brigitte Bardot . Pero no me acosté  con ella, pues, como es deducible, es empíricamente imposible y metafísicamente improcedente .

Pero es que  en la habitación del hotel de Arles donde nos alojamos había  una gran foto de la Bardot…en bikini.

Y con esa imagen un tanto crepuscular,hoy nos hemos dirigido hacia  la Costa Azul  y al pasar a la altura de Saint- Tropez, he recordado  todo lo que B.B. significó en su momento.

Pues fue a través de su presencia como se divulgó   aquel modelo de belleza femenina  de melena rubia y ojos azules, aparentemente inocente ( » Y Dios creó a la mujer«, 1957) pero manifiestamente provocativo para el personal superviviente del tardo-franquismo, un modelo intermedio entre  la distancia  vertical de la nórdica  Ingrid Bergman y las horizontalidades apabullantes de Sofía Loren o Claudia Cardinale.

Y fue, además, modelo de miss semi-desnuda, que diría Vinicius de Moraes, y de aquí la trascendencia de aquella prenda, el bikini,que hoy acaso se podría considerar como un útil de empoderamiento, aunque en los años sesenta (¡ del siglo pasado!) fuera motivo de escándalo mayúsculo.

Un útil que quizás fue un paso hacia el ya tan aceptado top-less , un intermedio entre el nudismo drástico alternativo y el traje de baño convencional…Y que hoy , por cierto, O tempora, O mores, convive con el burkini

Ah, la Bardot !

«¡VIAJE CON NOSOTROS…!»

No acabo de comprender a quienes para tener emociones de las llamadas fuertes antes  se tiraban de un puente altísimo o hacían ala-delta sobre un volcán en erupción   y ahora se aprestan a circular alegres y combativos por el universo del Metaverso, cuando para sentirse vivo y coleando basta con perder el equipaje tras un breve vuelo doméstico.

Pues nada hay como llegar al destino  con una mano delante y otra detrás y enfrentarse  sin mediaciones al sol canicular o al hormigón armado.

Y nada tampoco como consumir frenéticamente la batería del móvil – ¡ O my God sin cargador ! – intentando encontrar una voz humana que dé noticia de  tus calzoncillos y de tus artes de barbear,  tras teclear 1, 2, 6, o  repetir  SÍ o NO a una máquina  boba  que además se abduce por sí misma cuando se satura, reiniciando una y otra vez la llamada.

Y, nada comparable, por fin, previo PIR correspondiente y correspondido, a saber que tu maletita  ha ido a parar a Singapur y que ni estará ni se le espera ni para cuando estés de vuelta.

No, no hace  falta suscribirse a grandes  aventuras, cuando  AENA te puede proporcionar  varias raciones extras de endorfinas sin sobreprecio y además ¡ por sorpresa!

Ya lo decía la Orquesta Mondragón: » ¡ Viaje con nosotros, si quiere gozar…!»

TAPAS ( y «gentrificación algorítmica»)

( Ana Peña, 2016)

«Esta gente no sabe si está en San Antonio de Ibiza o en Sitges, solo que están en Spain«, he oído a un vecino de terraza refiriéndose a un grupo de treintañeros que ocupaban tres mesas vociferando en inglés y tirando de cañas. Y desde luego, y a pesar de este calor casi sahariano que nos informa, así parecían confirmarlo los pantalones cortos, las faldas cortísimas y, sobre todo, las chancletas unisex e uniformantes.

Al poco, ha pasado por la acera de enfrente un a modo de destacamento guiri multicolor, móvil en mano ,que se ha detenido en la siguiente esquina, ha iniciado su marcha hacia la izquierda, luego hacia la derecha y tras una breve discusión se ha encaminado hacia adelante.

Y es que ciertamente la ciudad parece una cota tomada y hasta la Gran Vía que en un agosto prepandémico solo era ocupación de quienes no habían aprobado ni el recreo, hogaño es una populosa cañada multilingüe que se abre al prado de un Casco Viejo en el que se puede comer la neo-tradicional bandeja de pinchos ( tapas dicunt ) de catering programado

Otro sí, hay que añadir que todo lo anterior ocurre bajo el beneplácito de quienes tienen el mando en plaza que, en viendo que no llegan suficientes y gigantescos cruisers, tienen la intención de incrustar en la ría de Gernika un Guggenheim 2.0 para que opere como gran aspirador turístico ( se calculan unos 300.000 visitantes/año, O, my God!).

Fatal desarrollo desigual el de estas tierras, siempre a remolque de todas las revoluciones en su carlismo enmascarado, que aboga por modelos periclitados, cual es el caso de una Barcelona destrozada por una gentrificacion algorítmica y de una Venecia ya en plena reconversión…Algo tendrá que ocurrir…¿Algo más?…para que…

-«Caballero, le importaría …Tenemos que montar la mesa para las comidas…- «¿A las doce menos cuarto?»

LAS PAELLAS ( y el «escondío»)

Ayer fue en mi pueblo cantábrico de verano día de paellas, una de esas tradiciones que manifiestan la multiculturalidad rampante, un poco como las castañuelas sorpresivas de la Procesión del Corpus de Oinati.

Las paellas, pues hubo dos, distinguiéndose el mar de la montaña, estaban riquísimas- gracias Santi -y antes y durante y después, hubo tertulia , mayormente relatando susedidos.

El mejor de los referidos, en atenta escucha activa, fue , a fe mía, el que llevaba por título «el escondío» – gracias Pablo – y el tal recordaba cómo un xelebre pelotari solía pedir entre tanto y tanto media botella de refresco que la cátedra y el público pensaban que era de agua, pero en realidad era de transparente ginebra, lo cual que otorgaba un inusitado ímpetu al infrascrito.

Hubo luego otros temas, en su sentido original de insistencias, y cómo no, se habló en conversaciones cruzadas, del calor meteorológico de hogaño y del frío social y económico que nos espera tras este «último verano»- es la décima vez que escucho esta apocalíptica expresión.

Y otro sí hubo momentos, entre gin-tonics rebajados, para la recordación de otros tiempos – ya casi todos talluditos ( y talluditas, of course) -en los que todavía había muestras de una economía de trueque – te cambio la cerradura y tú le das clase de mates a mi chavala- y tomar un café con alguien era un rito importante que requería su tiempo y su circunstancia, sin que el camarero de turno quisiera desalojarte para poner un temprano mantel de comida para la turistada: The times they are changing... que cantaba el Dylan, acaso en otro sentido.

Al final hubo foto de familia y ,aunque nadie lo dijo en alto,es de suponer que muchos ( y muchas, of course) pensaron aquello que decían los abuelos en los cumpleaños y los padres en las cenas navideñas : «¡Que el año que viene estemos todos!»

El rododendro

escondío…¡ La campa

acalorada!

( Gracias, Adelaida)

[Revised by Mtx.]

FRAGMENTOS

La canícula , y más esta tan definitiva, es un buen repertorio de ocasiones para la tertulia a la sombra y en torno a algún refresco de mayor o menor graduación.

Por supuesto que hay temas de cierta trascendencia , aunque es difícil evaluar de cuánta, como la cuestión de la guerra de Ucrania – ahora reemplazada mediáticamente por la de Taiwan – o la crisis energética que se anuncia tras lo que algunos llaman, con pretensiones de postrimería ,este «último verano» , por no hablar de ese terrorismo de aguja que ha surgido recientemente en las fiestas populares.

Sin embargo y por ejemplo, ayer por la tarde en un debate tan mínimo como los diarios de Umberto Eco ,la polémica, siempre amistosa, versó sobre un tema también mínimo pues se estuvo hablando de la cuestión del del fragmento literario y todo vino a colación de un artículo que he publicado recientemente sobre el haiku, esa forma poética de origen japonés ya muy practicada en otras lenguas.

Y el tema de la discusión fue que parecía que yo defendía el fragmento o acaso lo que supone de discontinuo frente a la continuidad fuera del ensayo o de la ficción -sin profundizar mucho en que puedan ser algo diferente -pero yo confesé que no era una cuestión de opción teórica sino muy personal ya que me he demostrado a mí mismo que soy más de copa corta que de vaso largo y buena prueba de ello son estas columnillas, mis libros que en realidad son una sucesión de fragmentos o,precisamente, esos haikus que publico de vez en cuando.

Este discusioncilla, tan mínima sobre lo mínimo y con toda seguridad demasiado entramada para lletraferits, adquirió sin embargo una proyección ética mayor, ya que uno de los contertulios definió el fragmento y lo fragmentario en general como «insolidario» al no ofrecer un sentido y por lo tanto abocarse al sinsentido, el «pecado» más grave, gravemente peligroso ( de 4 ),de la posmodernidad.

Aparecieron luego al unísono las sombras contrapuestas de Jameson , Barthes y Chomsky y por fin la tertulia acabó en tablas entre gildas y cañas tostadas.

Aun así , al volver a casa, yo escribí:

¡Tantas palabras

y el plato de ensalada

sin preparar!

DANS LE MÉTRO…

Zazie dans le métro (Louis Malle, 1960)

Son las diez de la mañana y voy en metro hacia la costa. He conseguido sentarme entre mochilas y sombrillas haciendo un uso acaso inmoral de mi barba ya casi blanca. Por el ventanal de mi derecha apunta entre nubes la luz radiante y definitiva de un día tórrido que contrasta con la bulla que se oye dentro del vagón.

Al tradicional tono de voz alto tan hispano ( los vasco-iberistas deberían  también investigar esta cuestión), se suma ahora el cruze estereofónico de las conversaciones de los teléfonos móviles. Parece ser que de tan pequeños que se han hecho y en no teniendo cable umbilical alguno, a muchas gentes les sale una duda desde su arqueocerebro:la duda de si  no serán bien oídos ( escuchados sería mucho decir). Y por ello hablan a gritos, y como los demás también gritan, entonces gritan más.

Así me he podido enterar de lo siguiente: de dos operaciones de próstata (una ha salido bien , la otra, no); de la nota de corte para acceder a los estudios de: Medicina, Ingeniería Industrial, Educación Infantil y Trabajo  Social; de un desastre amoroso ( en este caso , al alternarse los gritos con los sollozos no me he aclarado mucho); de las ventajas de los aceites esenciales; de lo bueno que está un actor que, probablemente debido a  mi edad, no conozco; de que hay una campaña mediática de Villarejo contra los sanfermines, de varios «sin más» y «en plan» – todavía no sé muy bien su significado…y todo esto en menos de una hora.

Anda el personal muy preocupado por las grabaciones aleatorias e indiscretas  de las cámaras de seguridad o por la información que se transmite por las redes sociales…O porque Google acumule tantos datos y luego los venda o los entregue sub iudice...Pero yo  creo  que con un par de viajes  en metro al día, bien planificados y con objetivos tácticos muy claros, un «secreta» de los de antes ya tendría ganado su sueldo y quizás hasta un sobresueldo.

Se aceptan ofertas.

CEFALÚ EN AGOSTO (È per te, caro Antonio!)

La semana pasada murió en su casa de Castelbuono mi querido tovarich Antonio Aragonese, compañero de Paola Florio, amigos ambos de larga duración que nos enseñaron la Sicilia profunda , sus paisajes y sus paisanajes. Y se me ha ocurrido recordar algo que yo escribí allá por 2015, tras uno de nuestros primeros encuentros…È per te, caro Antonio!

«Ni siquiera tras un denso cafféfreddo se puede llegar a la consciencia bajo el toldo rojo de la Gelatteria Serio. En la esquina un termómetro marca treinta y cuatro grados y Paola dice que quizá sea mejor así para espantar a la turistada.

Paola lleva un apellido ilustre, parejo de los Lanza o los Montechiaro. Es alta y rubia, mezcla de normanda (más) y castellana (menos), pero de sus ojos emana una sombra árabe. Su destino le llevaba hacia el negocio familiar, todavía próspero en su quinta generación, pero a ella le iba más la naturaleza. Estudió biología y trabaja en el parque natural de Le Madonie que rodea Cefalú.

Maite devora su segunda brioche con helado de chocolate y Mertxe y nuestra anfitriona comentan las cada vez más reducidas dimensiones de los shorts veraniegos. En cuanto a mí, atontado como sigo –¡y pensaba que me iba más el calor que el frío!– intento pillar wifi para ver si me confirman por e-mail la hora de visita a la Casa de los Piccolo de Capo d’Orlando. Tengo curiosidad por ver el lugar donde a Giuseppe Tomasi se le ocurrió que podía escribir, sin desmerecer, lo que luego fue Il Gattopardo. Pero, de vez en cuando me adormezco y siento que sonrío recordando la brisa fresca que nos ha envuelto esta mañana durante la visita a Le Madonie, aunque, de pronto, se me aparece un jabalí envalentonado (dicen que hay unos diez mil sueltos por allí) y me despierto dando un respingo.

Llega Antonio, del PCI de toda la vida y compañero de Paola. Tomo la resolución de despertarme definitivamente pues, como suele ser habitual, la conversación se divide por géneros y a Antonio (también de buena familia, pero de resonancias muy aragonesas) le va la política. En diez minutos me hace un mapa foucaultiano-borgesiano de la actualidad sícula. El resumen del resumen es que más vale que Sicilia se unió a Italia, porque, si no hubiera sido así, todavía imperaría el feudalismo. Pero, a partir de ahí todo fueron traiciones: de Garibaldi, de los Saboya, de Mussolini, de DeGasperi…de Berlusconi. Lo más sobresaliente de toda su intervención resulta ser, sin embargo, su conclusión de que la lucha anti-mafia ha sido tan letal como la propia mafia (tamen Sciascia dixit). Al cabo, todo está lleno de Calogeros criminales como Giulianis.

Asiento y me pido una grappa, pero Antonio me corrige y me traen un licor que hacen en Castelbuono con la savia de los fresnos. Al primer trago el efecto es inmediato. Se me abren los ojos como a San Pablo y Mertxe se da cuenta. Tras un leve gesto a Paola, oigo que dice: “Creo que ya es hora de ir hacia el puerto para comprar unos regalos”. Asiento de nuevo, me bebo todo el licorcillo que queda de golpe para espanto de los presentes y risas de los ausentes (por ejemplo, tú, hipócrita lector/a, mi amigo/a, mi hermano/a), y me levanto. Cefalú… Kefalé, kefalés, de la primera declinación, ¿no?»

THE CROWN ( o de la inquietud de la «testa coronada»)

Como ya comenté en otra ocasión, un colega del gremio, experto en materia audiovisual, clasifica las series en malas y muy malas. Aun así, y siendo consciente de que desde un punto pragmático, las series no vienen a ser sino las viejas radionovelas actualizadas que a su vez fueron la actualización de las novelas por entregas, hay algunas que pueden merecer la pena – recuerdo ahora por ejemplo la danesa Borgen– y otras particularmente curiosas y acaso hipersignificativas.

Entre estas últimas podría situarse The Crown, un drama histórico centrado en la figura de Isabel II ideado por Peter Morgan, y producida para Netflix, tomando como referencia una obra de teatro sobre la misma temática así como el film The Queen (2006) dirigido por Stephen Frears . Elogiada por su buena dirección , por el alto nivel de los actores y actrices y por la excelente ambientación , ha sido también muy duramente criticada por algunas licencias argumentales no sancionadas históricamente.

Y es que The Crown es un desfile continuo de conservadurismo casposo, infelicidad programada, oportunismo desafiante y, en muchos momentos , imbecilidad generalizada. Pues toda la ralea de los Battenberg transformados en Mountbatten y Winsord- el divertido Felipe de Edimburgo, la altisonante Margarita, el envidioso e inseguro Príncipe Carlos y su seductora a fuer de inculta Lady Di, o los sinsorgos Eduardo y Andrés- no aparecen mejor tratados que, por ejemplo, la Primera Ministra Margaret Thatcher , bruja piruja de afilada nariz a la que solo le falta la escoba , quedando siempre a salvo, en una prudente distancia, la todavía soberana Reina Isabel.

Any way, y visto lo visto ( en The Crownof course) lo primero que se puede constatar es la imposibilidad ontológica actual de hacer algo similar en estos lares en los que la monarquía siempre ha sido más o menos constitucional y se ha impuesto frecuentemente a sangre y fuego tras breves, brevísimos, episodios republicanos. Y que a falta de un apoyo popular explícito- salvo aquel famoso «¡Vivan las caenas!»- ha sido balizada desde los Reyes Católicos por la Iglesia ad hoc y el generalato.

Sin embargo, materia para hacer una serie análoga no habría de faltar comenzando por el demérito Rey Emérito así como del entorno familiar inmediato y mediato y,análogamente, ascendiendo en la escala borbónica en un más bien descenso ad inferos.

Y si en algún otro momento histórico se diera la posibilidad de hacer un The Cronw hispano contemporáneo, y no esas apologías medievalistas tan típicas y tópicas – y tan estúpidas- propias de la mentalidad conservadora connespacial ( en palabras del sociólogo Karl Mannheim ) quizá fuera porque la monarquía se habría asentado tan definitivamente que ya no tendría necesidad de defenderse ni siquiera en la ficción, o porque hubiera desaparecido, también definitivamente…

Pero entre tanto… “Inquieto es el reposo de la testa coronada” como dijo William Shakespeare en su Enrique IV.

McMINDFULNESS (¿o la terapia psicológica neoliberal?)

Al parecer, la pandemia del COVID-19 ha tenido, está teniendo, como otra de sus consecuencias, un notable incremento de las meditaciones guiadas a través de diversas plataformas digitales

Así, aplicaciones como Calm o Headspace suman en conjunto más de 160 millones de descargas, pero se calcula que en las redes sociales hay aproximadamente unas 5.000 ofertas similares que pueden costar a cada participante unos 50 euros al año.

Este fenómeno no es de extrañar, pues durante el régimen de restricciones ocasionado por la pandemia, se multiplicaron las razones para experimentar más ansiedad que la habitual y, por otro lado, hubieron de suspenderse las terapias presenciales que quizás ahora vayan recuperándose.

Pero, como otros tantos fenómenos que han aparecido para quedarse – como el tele-trabajo o la tele-educación- estas prácticas meditativas que se acogen al término de «McMindfulness»- comida rápida espiritual – popularizado por Ronald Purser, están comenzado a ser enjuiciadas por profesionales de la psicología , la sociología, así como de la filosofía.

Psicólogos como el catedrático Miguel Farias – autor de The Buddha Pill– reconocen la posible complementariedad de estas terapias por vía digital, pero se muestran claramente partidarios de la presencialidad, pues ven un tono excesivamente comercial y en muchas ocasiones poco efectivo terapéuticamente.

Desde la sociología, se contemplan estas prácticas como unas formas de supuesta espiritualidad ajustadas al captalismo neoliberal, y yendo aún más lejos, como una herramienta de control de la población y de pacificación social.

A todo lo cual se suma una radical crítica filosófica, pues estas y otras formas de retraimiento social, de paréntesis psicológico, se contemplan como el abandono de la condición de «zoon politikón», de aquel animal cívico que proclamó Aristóteles en su famosa Política, pues abstraído el vínculo social , ya no quedaría sino el endiosamiento o la condición animal, en palabras de Homero: » Sin familia, sin leyes, sin hogar…»

Pero en fin , también es posible que, en palabras de una practicante digital , «a nadie le puede venir mal pasar cinco minutos al día consigo mismo…»

ELÉCTRICAS ( escalofriantes)

Un viejo amigo, reconocido historiador de la economía, me decía hace poco que la cuestión del precio de la electricidad viene a ser un a modo de golpe de estado de guante blanco que pretende enfrentar a la ciudadanía con el gobierno.

No siendo ,más allá de mis obsesiones académicas ,sino un modesto experto en generalidades, tan solo puedo constatar las porfías verbales a calzón quitado que se cruzan la cúpula empresarial de la industria eléctrica y algunos miembros ( mayormente miembras) del gobierno.

Así y como comentaba el economista – y antiguo colega setentero de El Cárabo Revista de Ciencias Sociales – Joaquín Estefanía Moreira recientemente, el paternalismo de algunos altos cargos de la industria energética – «Mira Teresa, lo que tienes que hacer…» – cuando no las amenazas veladas y terroríficas , llevan ya un tiempo enfrentándose a la palabra exacta y ordenada de las ministras del ramo, mientras la supuesta leal oposición no hace sino de corifeo de quienes fuera de la orchestra reclaman una mayor bajada de impuestos y que cada uno se arregle como pueda , en pleno éxtasis de neoliberalismo de baratillo.

No sé, pero se me ocurre que si Manuel Vázquez Montalbán viviera y viera esta trajicomedia tan hispana como picaresca, se habría atusado el bigote y quizás hubiera cambiado su célebre afirmación de que en España manda la derecha desde los reyes godos por la de que desde el franquismo acá han mandado las empresas eléctricas que, a diferencia de lo que ocurre en la mayor parte de los países europeos, son mayormente privadas – o privatizadas durante el aznarato– a pesar de ser uno de los nutrientes b´ásicos de la actividad económica y de la vida ciudadana .

Pero, en fin, alguna ventajilla tendrá todo esto…Por ejemplo que ya nadie se atreverá a usar en las ejecuciones la silla eléctrica por el alto coste de cada descarga…Aunque , bueno, creo que en estos lares todavía sigue vigente el moderno garrote vil por defecto para el civil, y el fusilamiento al amanecer para el militar vil…O nada de nada…¿Pues no se abolió la pena de muerte?… Bueno, con tal de que este invierno no nos congelemos o acabemos electrocutades a base de hiperbólicas facturas…¡Ah las eléctricas, tan escalofriantes!