Desfilan en las pasarelas mediáticas algunas de nuestras autoridades muy contentas, afirmando que uno de los indicios de «vuelta a la normalidad» es la llegada de algún gran crucero y sus correspondientes cruceristas.
Esta alegría contrasta con la preocupación de, por ejemplo, el alcalde de Lisboa, el socialista Fernando Medina, que por nada del mundo desea que cuando el turismo se recupere, se vuelva a la «anterior normalidad» en la que la ciudad quedaba colapsada, y para mayor inri, con una escalada sin límites de los alojamientos turísticos, ya totalmente controlados por multinacionales de servicios, que han desalojado del centro histórico a la población lisboeta, incrementando los precios de los alquileres un 110%.
Dice Medina que ha aprendido del escarmiento de Venecia y que limitará en la medida de sus fuerzas el tráfico masivo de mucha gente que deja «poco valor añadido en la ciudad»(sic).
Pero por estos lares, la pol´ítica de la derecha económica, en sus diferentes acepciones, no parece haberse enterado o no se quiere enterar de las consecuencias sociales de esas algarabías, y la análoga de la izquierda socialdemócrata, aun admitiendo la iniciativa privada, no se atreve, por lo visto, a controlarla.¿Será que ,como afirmaba Michel Foucault, los cambios en la superestructura política no son tan relevantes si se mantiene el mismo tipo de poder?
Teniendo en cuenta que más pronto o más tarde van a llegar esos fondos europeos que ya se ansían como ansiaban el maná los judíos siempre errantes, no estaría de más detenerse un momento y reflexionar sobre en qué se van a emplear para no engordar michelines desinflados o crear nuevas adiposidades ( cada vez hay más «VT» en nuestras calles.
Cuestión dif´ícil esta de la reflexión , pues todo indica que en la autosuficiente ola tecnocrática que nos invade, lo político , inter nos, no es sino , en términos marxistas, una superestructura muy lejana de la infraestructura, o que simplemente la incultura de nuestros mandamases ( y mandamasas, of course) ha llegado hasta el punto de no tener ni idea del refranero popular, y consecuentemente del significado de «escarmentar en cabeza ajena»…
Todo es cuestión de regularlo don Vicente. No creo (desde la distancia) que Bilbao tenga ese tipo de problemas. Me imagino que Santander estará encantada de que los cruceros de Santurce se desvíen a sus dársenas de Raos. Aquí en Donosti sí se está dando esa problemática. Casi se abre un hotel por semana. En todo caso los cruceros que recalan en Pasajes son de mucho menor porte que los de Bilbao y Santander. ¡Feliz otoño!
En efecto, todo es cuestión de regulación, pero hay que tener voluntad política de hacerlo, como el alcalde socialista de Lisboa.Y, por lo demás, feliz otoño también. Gracias por el comentario.