Siempre he sentido cierta fascinación por la figura pública de Oriol Junqueras. Una figura de presencia arzobispal y tono reposado a fuer de que el contenido de lo que dijera pudiera ser considerado más o menos radical. Y un estar en público siempre en segunda fila, como si tuviera testaferros suficientes y talentosos.
Ahora ha sido de los que ha dado la cara y , apenas sin inmutarse ni hacer gesto alguno de reconocimiento o de gratitud, ha ingresado en la cárcel de Extremera tras escribir un tweet modélico y redondo que decía : «Feu cada dia tot allò que estigui al vostre abast pq el bé derroti al mal a les urnes el 21D. Dempeus, amb determinació i fins a la victòria», es decir- para quienes no hablen catalán en la intimidad- : «Haced cada día todo lo que esté a vuestro alcance para que el bien derrote al mal en las urnas el 21 de diciembre. En pie, con determinación y hasta la victoria».
Si no fuera por su firma esta lucha final entre el bien y al mal nos podría llevar hasta San Agustín, y además en perfecto reclamo judeo-cristiano, toda vez que se pide (¡ exige!) una actitud proactiva, militante y sin desmayo, lo cual no es de extrañar porque ya en su momento Junqueras se manifestó como católico practicante y defendió que se emitieran misas por la televisión pública…
Pero aún así, y a pesar de todo lo que señalaron Durkheim, Weber o el mismo Bourdieu, la transposición sintáctica y léxica entre lo religioso y lo político es tan directa que casi resulta desasosegante: sólo alguien con una fe tan severa y comunicante es capaz de ingresar en prisión sin que se le mueva la ceja y en medio de la , por decir algo, paradójica situación en la que se encuentra el independentismo catalán.
Ni que decir tiene que sería un sacrilegio mentar una moral civil-civil, un poco a la manera del Nietzsche de «Más allá del bien y del mal», pues sería inútil teóricamente- si es que se puede hablar así- y no iba a ser tan consoladora una vez que se ha dado con los huesos en la cárcel, algo que conozco muy bien porque ya me tocó a mi también en su día…
De manera que se podría decir que esperamos con Junqueras que el bien gane al mal, por los siglos de los siglos…