Son estas fechas proclives a las comidas y cenas » de empresa» así como a los recitales de música navideños.
Hace un par de días tuve la ocasión de asistir a uno de esos recitales en una conocida Escuela de Música. Me pareció, sobre todo, muy emocionante, al ver a niños y adolescentes enfrentándose a sus instrumentos , quizá por primera vez en público aunque sólo fuera ante sus familias.
¡Ah pero las familias! Además de entrar y salir en función de si sus lebreles tocaban o no, no pararon de hacer comentarios en voz alta y sobre todo se dieron al libre albedrío haciendo fotos y grabaciones con sus smartphones para sorpresa – y despiste, en algunos casos – de sus descendientes. En fin una buena lección de mala educación.
Y además, una oportunidad perdida de observar detenidamente a los más chicos, de ver sus gestos, sus miradas e incluso de captar sus respiraciones, una oportunidad perdida para comprenderles mejor, para , al cabo, quererles mejor.
Así, entre todos y todas , y sin darnos muy bien cuenta estamos construyendo un mundo en el que la imagen se está comiendo la (representación social de ) la realidad y en el que un tsunami de imágenes- muchas de la cuales jamás se volverán a ver- acaban en el ambiguo cajón de la fantasía.
Ya comenté hace tiempo que en una ocasión , cuando actuaba de presentador de una conferencia de Agustín García Calvo, unos sujetos de la televisión autonómica pretendieron que se suspendiera el acto ya comenzado durante un cuarto de hora para hacer la oportuna entrevista…Y ayer me decía un buen amigo a la hora del vermú que en otra ocasión le dijo a un colega de viaje transamericano que no paraba de grabarlo todo en video:» Tendrás que volver otra vez porque sólo estás viendo la mitad y por un ojo».
En fin, qué más se puede decir. Pues sí , algo más : que en algunas ciudades de pro han colocado unas indicaciones en el suelo que dicen » selfie point», para facilitar esa tarea final de la imagen auto-representativa en la que lo importante es quien la hace, contemplando el mundo como un decorado…
En una boda creo recordar que trataron que el sacerdote repitiese el rito porque no había quedado bien grabado
Oso adibide on bat! Milesker, Iñaki.