Ante la huelga general feminista convocada para el 8 de marzo y sabiéndome sensible al tema ( en el sentido clásico de » insistencia») desde los lejanos debates con Josep-Vicent Marqués , Gretel Amman y Lidia Falcón, un amigo me ha pasado el libro Nuevos hombres buenos – La masculinidad en la era del feminismo, de Ritxar Bacete. Como el título prometía- y aún más el subtítulo- le he dedicado una tarde…y se me ha caído de las manos.
Pues esta obra , por lo visto bien jaleada por alguna crítica y que le ha dado al autor arte y parte en la prensa ilustrada , no es sino un a modo de manual de auto-ayuda del más puro corte yanki, con esa alternancia tan típica entre la profusión de datos – muy escogidos – de todas las ciencias habidas y por haber ( desde la genética hasta la antropología) y algún que otro test para medir el machismo del lector ( ya se avisa en la Introducción al respecto.
Y todo para concluir- desde el principio – que lo único que hace falta es la voluntad de » ayudar, compartir, comprender, dudar , rectificar, sonreír, reconocer, escuchar, conectar, acompañar, arropar, cooperar, pedir perdón…» lo cual puede valer tanto para un barrido como para un fregao y parte del supuesto general de que la cuestión no se sitúa en ningún contexto social ni tiene articulación política alguna.
Me da que lo del machismo/feminismo no se está abordando con el rigor debido. Ayer mismo leía, en Gara, un artículo de opinión de un colectivo determinado que comenzaba diciendo «El cuerpo de la mujer es la última frontera del capitalismo……» y seguía de tal guisa . ¡Hay que ver como están las mesnadas izquierdosas!
Como siempre, Vicente, certero y claro en tus comentarios.
” ayudar, compartir, comprender, dudar , rectificar, sonreír, reconocer, escuchar, conectar, acompañar, arropar, cooperar, pedir perdón…” ¿es que tenemos que purgar algo (todos), por el hecho de ser varones?
Al generalizar siempre se comete error, pero es que en estos casos….
En nuestro hogar, mi mujer (sí, sí, reivindico lo de «mi mujer», porque compañeras tengo unas cuantas y parejas, hasta de mus) y yo, hemos enseñado a nuestras hijas (y ellas lo han comprobado día a día) que las tareas no son masculinas ni femeninas (aunque yo estoy de bajar la basura….).
Y nunca les ha extrañado ver a su aita cocinando, haciendo la compra o lavando la ropa o la vajilla, como a su amatxu conduciendo y haciendo su vida social propia.
En fin, que de acuerdo contigo y perdona por la «txapa».
Un saludo
Muchas gracias por el comentario.