EL AGUJERO ( todavía estaba ahí)

Cuando me he despertado el agujero todavía estaba ahí. Y donde antes había un bello edificio blanco de aspecto colonial ahora hay un vacío apenas parapetado por unas tablas amarillentas .Y donde antes había dos hermosas palmeras verdes ahora tan solo hay cascotes oscuros y pedruscos rojizos.

Es un agujero físico, pero también metafísico. Físico porque se muestra como una herida urbana, mal desinfectada y peor cuidada. Metafísico porque su ontología ha sido reformulada una y otra vez al albur de las sucesivas correlaciones de intereses, pasando de la condición de lugar apropiado para la ordenación de lo espiritual a espacio abstracto y porcentual de pingüe negocio.

Pero es también un agujero moral por el que se han precipitado problemáticas recalificaciones urbanísticas, correspondencias insólitas más propias del Antiguo Régimen o reformulaciones de un proyecto nunca claramente perfilado.

Un agujero físico, metafísico y moral sobre el que tendrá que posicionarse al cabo el Tribunal Supremo, ante la incapacidad incomprensible de las autoridades civiles y religiosas para llegar a un acuerdo con los vecinos y vecinas que desean un parque de proximidad apelando a las previsiones de los planes de planificación urbanística

Sí, cuando me he despertado el agujero todavía estaba ahí y es el socavado en la parcela desde la que , hasta hace un par de años, se oían las risas de los alumnos y alumnas de la Escuela Universitaria de Magisterio Diocesana – BAM- del barrio de Abando de Bilbao…

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