EL ANTROPOCENO ( y los monos locos)

Un viejo amigo, psiquiatra post-psicoanalista y neo-neurocientífico, suele repetir que los seres humanos somos unos monos locos que , de vez en cuando, estamos menos locos.

Esta definición antropológica de cafetería parece , sin embargo, ajustarse muy bien con otras mas serias y severas, de esas que llevan siempre notas a pie de página y citas mayormente en inglés . Por ejemplo la que remite al término «antropoceno» propuesto por el holandés y premio Nobel de química Paul Crutzen en el año 2000 , y que remite al concepto del periodo en el que la influencia del comportamiento humano sobre la Tierra ha sido más relevante , o sea desde más o menos el siglo XVIII con el comienzo de la Revolución Industrial.

Si el término y concepto surgieron en la bisagra entre los siglo XX y XXI, se debió sin duda a que por aquellas fechas ya se atisbaba una crisis ecológica global que tuvo su dimensión económica en el 2008 y ha tenido su estrambote biológico a lo largo de este año 2020, con la pertinaz pandemia que nos informa.

De hecho, es la primera vez , desde hace más de doscientos años, en la que hay una meridiana percepción de que nuestros descendientes no van a vivir en mejores condiciones que nosotros y que la gran ideología del progreso infinito que ha conllevado la explotación máxima de los recursos naturales, la industrialización contaminante, la comercialización generalizada de todos los bienes y servicios y la urbanización abusiva, ha periclitado abocándonos a una nueva era.

Por todo ello, la insistencia en el paradigma anterior, sobre todo por parte de quienes dirigen la sociedad, su recurrente entusiasmo en insistir, por ejemplo, en la cultura el ladrillo, síntesis física y metafísica de todo lo anterior, solo puede contemplarse como obra de unos monos locos que no dejan de estar locos en su deseo desbordado de acaparar plátanos…

[ Al escribir estas lineas no puedo obviar la amenaza del inminente derribo del bello edificio de mi querida Escuela de Magisterio- BAM, depósito de una gran parte de la memoria histórica del barrio y objeto hoy de una especulación urbana más propia de los años ochenta del siglo pasado; un derribo que puede ocurrir ante la mirada impávida del poder municipal, y , además, en medio de las difíciles circunstancias de la pandemia del COVID-19…Monos más locos no los puede haber]


8 respuestas a «EL ANTROPOCENO ( y los monos locos)»

  1. «Pertinaz» Cómo me recuerda ese vocablo a lo de la pertinaz sequía. También a un columnista de este periódico que firmaba «Pertinax» y que era lo más sabiniano que uno pueda imaginarse. Si la memoria no me falla creo que este hombre en uno de sus artículos proponía que los votantes en Euskadi fueran aquellos que reunieran una serie de condiciones determinadas, estilo Suiza. Que Dios le tenga donde se merezca

  2. Cuando he ya años escuchaba a los que hablaban con tanto entusiasmo de la globalización a lo bestia y yo les decía que estaba en contra porque iba a traer más miseria que beneficio me decían que era un anticuado.
    Cuando oigo a los políticos hablar de desarrollo sostenible me entra la risa floja, fruto tanto del miedo propio como de la vergüenza ajena, al 50%.
    Cuando escucho con tanta insistencia lo de referentes, líderes, pioneros y tal y tal, me huele a humo.
    Por eso no he podido menos que sonreír, con todo mi respeto a los afectados, al leer lo del horrible edifico negro de Bolueta, el más grande del mundo con una tecnología «puntera» para la conservación de la temperatura interior de las viviendas en base a su diseño y sin necesidad de calefacción ni aire acondicionado en base a un sistema de recirculación de aire en las fachadas.
    Pues resulta que el edificio super inteligente ha salido tonto de remate. Los vecinos se asan con el buen tiempo y no hay forma de sacar ese calor de la vivienda.
    Y es que ese edificio pionero en su tamaño super bilbaíno que posiciona a la Villa como líder mundial en ese campo y que ha sido construido como VPO está muy bien pensado para Finlandia, Noruega o Canadá pero no para la nueva Euzkadi Tropikal que nos está trayendo el cambio climático.
    Y como allí son más espabilados, esos edificios los hacen mucho más pequeños, más sostenibles, más inteligentes en suma.
    Aquí no, aquí somos la h…Queremos lo más grande.
    ¡Hala, pago la cuenta de todos!
    Eso se llama COSMOPALETISMO y andamos un poquito sobrados últimamente.
    ¡A ver quiénes pagamos el desaguisado!
    Mucho mono loco a los mandos en todas partes.

    1. «Cosmopaletismo»…Con su permiso, me apropiaré de esta expresión que me parece justa y necesaria, y cuando la miente citaré la fuente, por supuesto. Muchas gracias.

  3. La cultura del ladrillo, la de la venta de armas, la “ingeniería” financiera, el crecimiento infinito…la desigualdad que no cesa de aumentar…
    El comunismo era un sueño irreal, y la Humanidad tardó mucho en comprenderlo.
    El capitalismo (ése que prometieron reinventar Obama, Delors y Lagarde) seguramente es otro sueño irreal, y la Humanidad está tardando mucho en comprenderlo. Esta vez, el retraso quizá no tenga remedio.

  4. El Antropoceno no empezó con la Revolución Industrial sino mucho antes. No parece que la Revolución Industrial haya cambiado el planeta mucho más que el invento de la agricultura o, antes que eso, el exterminio de la megafauna o, antes aun, el descubrimiento del fuego. Después de la Revolución Industrial vendrán otras revoluciones y, seguramente, también involuciones. No sé cómo algunos están tan seguros de que en el futuro viajaremos a las estrellas cuando puede que volvamos a la Edad Media o a la Edad de Piedra, que ya ha pasado a veces a lo largo de la Historia. Los antiguos griegos creían que la tierra era redonda y luego se pensó que era plana, que es lo mismo que piensan los votan a Vox o a Trump que, por cierto, puede ganar las elecciones dentro de unos días. A ver si nos vamos a extinguir.

  5. Vicente, me ha encantado de principio a fin. Erudito, claro y con un final (esos monos locos acaparando plátanos) divertidísimo.
    Mil gracias.

    Menciono el ensayo «Realismo capitalista: ¿hay alternativas?» de Mark Fisher (e. Caja Negra), que debe ser un clásico (comprado pero aún no leído…).

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