Prietas las filas, tirios y troyanos se aprestan para dar comienzo al «curso político». Desde cada trinchera se disparan las primeras andanadas que suenan un tanto a diana floreada. Otro sí nadie quiere hablar con nadie, aunque se reconocen contactos discretos.
El otoño se presenta más caliente que el verano, que ya es decir: una inflación del 10% que , salvo los sindicatos, los mandamases no quieren reflejar en los salarios, y que va a ir in crescendo ante la perspectiva de una crisis ( ¿energética? ¿ de valores?) de la que las empresas ad hoc y la Federación Rusa no hacen sino pingües beneficios con la ayuda del Amigo Americano y su gas licuado.
Pero, mientras se evidencia el nuevo Rapto de una Europa que no es capaz de actuar como tal – ¿ qué fue de tanto galán?- a pesar de haber declarado verde la energía nuclear, China reconstruye su Imperio aplicando rigurosamente los principios del wéiqí y colocando fichas blancas allá y acullá. Al peligro amarillo – ¡Cuando China despierte el mundo se echará a temblar! – responde el Amigo Americano reclamando el mandarín clásico y colocando sus fichas negras, en preparación de un Ordago a la Grande.
Entre tanto , cuando todo es llanto y crujir de dientes , por estos lares se preparan municipios y provincias – en sus diversas acepciones- para el Ordago a Pequeña de unas nuevas elecciones locales que – dicunt– marcarán el devenir de las Corridas Generales.
Todo parece estar claro, salvo lo que más adelante diga el ex-comisario Villarejo o haya pronosticado Iván Redondo, pero «something is rotten in the state of Denmark». Y el que suscribe va ya un poco con el culo pelao porque , sin ir más lejos, en un libro recién leído – 4 inchieste di Leonardo Sciascia – se deja caer entre líneas que el zulo donde estaba secuestrado Aldo Moro por las Brigate Rosse – por haberse atrevido, O my God!, a conciliar un pacto entre el PCI y la DC- …¡estaba en el Vaticano!