Una vieja amiga decía que, en los días de lluvia, sólo se podían hacer dos cosas y que a ella no le gustaba jugar a cartas. Supongo que no se refería a ese paseo virtual que ahora podemos dar gracias a internet y que es lo que yo hice ayer.
Y así, yendo de empopada, me topé de nuevo con un capítulo de «El Tornillo», el micro-espacio feminista de «La Tuerka» que tan hábilmente presenta Iranzu Varela.
En esta ocasión el espacio llevaba por título «Diez pasos para dejar de ser machuno» *- y es de esperar que no se refiriera tanto al sexo como al género. Pues bien , el primer consejo era «¡Cállate!», o sease, no monopolices la conversación pensando que la lucidez y el gracejo tan sólo anidan en tu cabeza.
Es este sin duda un buen consejo pues recuerda a la contra el despliegue de ocupación del espacio- público e íntimo- que los varones han llevado a cabo por razones varias pero sancionadas desde Aristóteles, incluyendo a mujeres, niños, bárbaros y esclavos en el saco de quienes deben callar y obedecer, como muy bien explicó Amparo Moderno Sardá en su ya olvidado El arquetipo viril. Otro sí Celia Amorós abrió la puerta para comprender cómo esa negación de la palabra no era sino la negación de la trascendencia metafísica ( moral y política), puesto que las mujeres estaban destinadas tan sólo a la trascendencia físico-biológica.
En fin, en esto de ponerme hasta las cartolas de hablar he tenido algunas experiencillas, pues he sido sucesivamente tildado de «peli-plasta», «peli-rollo» y hasta «peli-groso». Incluso recuerdo que una vez, a raíz de una revuelta de mi espítu logofrénico, mantuve una huelga de silencio durante veinticuatro horas…Pero me di cuenta de que tampoco era ese el remedio.
Y ahora mismo ya no sé si la única forma de callarme , sería dejar de escribir…Acaso estas pequeñas columnas. On verrá.
*https://www.youtube.com/watch?v=Z2YYExvrcTs&list=PL_TQLyNxacHv14eD91rEFncoexMB0rrDa&index=30