Entre Josep Pla y Pío Baroja

Ayer, mientras me dirigía en el metro hacia Deusto, un joven de cabeza rapada y gruesas patillas irlandesas, ocupó el asiento de enfrente. Al poco, tras rebuscar en su mochila, sacó de ella un grueso volumen y comenzó a leerlo. Yo pensaba que sería algún best-seller al uso. Pero no: era El cuaderno gris de Josep Pla.Y me quedé muy soprendido.

Pues aunque para mí ese libro es uno de los pocos faros todavía encendidos en la literatura de la piel de toro, su lectura se ha visto postergada una y otra vez  al emanciparse el texto tanto de su autor empírico como de las clasificaciones comerciales habituales.

El Cuaderno grisEl Quadern gris, en el original-  se apartó , en efecto, en su momento del mismo Josep Pla toda vez que algunos historiadores demostraron que la precisión y delicadeza del texto no se correspondían con  una persona bastante zafia y oportunista que, por ejemplo, fue miembro de los servicios secretos franquistas durante  nuestra última Guerra Civil ( probablemente también por amor a su por entonces  amante y no se sabe si luego esposa Adi Enberg.

Y , así mismo, los críticos literarios, demostraron que lo que en principio parece el diario de un joven veinteañero, no es en realidad sino una obra largamente escrita y reescrita que incorpora materiales de otras obras con gran habilidad, una gran ficción , por fin, que alude a  los años 1918 y 1919 , pero que está publicada en  1966. Todo ello con la consiguiente fusión  práctica de géneros literarios antes de que las obras se  clasificaran en el anglosajón Ficción/No Ficción y que se hiciera saltar el  buenista «pacto autobiográfico»  de Philippe Lejeune, adelantándose a eso que ahora está tan de moda  – y que al parecer cansa tanto – como la «autoficción».

Por aquí también tuvimos nuestro particular Pla y conectó muy bien con él en su correspondido anarquismo de derechas. Fue Pío Baroja, de quien el catalán se sentía confesamente discípulo y a quien el catalán le reprochaba que continuara escribiendo novelas, o sea,» esas narraciones infantiles para adultos», mientras pergeñaba su «cuaderno».  Un cuaderno que en su más reciente edición  crítica en catalán ( de Narcís Garolera ) y todavía en la  magnífica traducción que en su momento llevaron a cabo Dionisio Ridruego y su mujer Gloria de  Ros, continúa llevándonos por el mar y la tierra de Catalunya con suavidad y cierto toque de humor.

En fin todo esto le hubiera querido decir a aquel joven  que no levantaba la vista del libro, pero yo ya tenía que bajarme  y , además, no quería pasar por un abuelo cebolleta…

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