FRAGMENTOS

La canícula , y más esta tan definitiva, es un buen repertorio de ocasiones para la tertulia a la sombra y en torno a algún refresco de mayor o menor graduación.

Por supuesto que hay temas de cierta trascendencia , aunque es difícil evaluar de cuánta, como la cuestión de la guerra de Ucrania – ahora reemplazada mediáticamente por la de Taiwan – o la crisis energética que se anuncia tras lo que algunos llaman, con pretensiones de postrimería ,este «último verano» , por no hablar de ese terrorismo de aguja que ha surgido recientemente en las fiestas populares.

Sin embargo y por ejemplo, ayer por la tarde en un debate tan mínimo como los diarios de Umberto Eco ,la polémica, siempre amistosa, versó sobre un tema también mínimo pues se estuvo hablando de la cuestión del del fragmento literario y todo vino a colación de un artículo que he publicado recientemente sobre el haiku, esa forma poética de origen japonés ya muy practicada en otras lenguas.

Y el tema de la discusión fue que parecía que yo defendía el fragmento o acaso lo que supone de discontinuo frente a la continuidad fuera del ensayo o de la ficción -sin profundizar mucho en que puedan ser algo diferente -pero yo confesé que no era una cuestión de opción teórica sino muy personal ya que me he demostrado a mí mismo que soy más de copa corta que de vaso largo y buena prueba de ello son estas columnillas, mis libros que en realidad son una sucesión de fragmentos o,precisamente, esos haikus que publico de vez en cuando.

Este discusioncilla, tan mínima sobre lo mínimo y con toda seguridad demasiado entramada para lletraferits, adquirió sin embargo una proyección ética mayor, ya que uno de los contertulios definió el fragmento y lo fragmentario en general como «insolidario» al no ofrecer un sentido y por lo tanto abocarse al sinsentido, el «pecado» más grave, gravemente peligroso ( de 4 ),de la posmodernidad.

Aparecieron luego al unísono las sombras contrapuestas de Jameson , Barthes y Chomsky y por fin la tertulia acabó en tablas entre gildas y cañas tostadas.

Aun así , al volver a casa, yo escribí:

¡Tantas palabras

y el plato de ensalada

sin preparar!

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