Por lo que he leído en la prensa esta mañana, uno de los argumentos de la defensa de «la manada» que , al parecer, violó en grupo a una joven madrileña en julio del año pasado, ha sido que los sanfermines son , un «icono del desenfreno sexual». No se especificaba luego si lo del desenfreno era causa o consecuencia de algo, pero la generalización superlativa no parece sino recoger un aspecto relevante, aunque sea con matices, de cualquier fiesta.
Pero claro, los sanfermines no son «cualquier fiesta» sino que han sido durante muchos años la fiesta por antonomasia. Una fiesta «nacional» e «internacional», recreada en la postguerra por fascistas disfrazados como los Baleztena, los Pérez Salazar o el mismo Maestro Bravo que fueron diseñando toda una parafernalia que incluía canciones como el “Uno de enero”, el uniforme blanco con el pañuelo rojo o que se apropiaron de la ceremonia del cohete del día seis. Incluso la retención popular del riau-riau a la corporación municipal cuando en la tarde del cohete iba a la Iglesia de San Lorenzo, fue un invento del carlista Ignacio Baleztena para impedir la entrada de los munícipes ateos de 1914 en el templo -¡ Y muchos pensarán que fue una ocurrencia malvada de abertzales e izquierdistas!…Y todo al calor de la Gran Cruz Laureada de San Fernando (popularmente llamada «la berza») incorporada al ahora tan discutido escudo de Navarra en sustitución de las columnas republicanas y «otorgada» por don Francisco Franco Bahamonde ( Adi ikasleak, ez zen errege bat!) a los muchachotes alzados. En fin , que los orígenes suelen ser bastante impuros, sobre todo si se reclaman con la pretensión de cierta prístina pureza
Pero aún así, queda en el aire la pregunta de cómo es posible que estos cinco autoconfesos «imbéciles» – en el sentido etimológico de la palabra- puedan haber llegado a argumentar lo que han argumentado…