¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo? , es una película de Manuel Gómez Pereira, estrenada en 1993, en la que una mujer – impagable Verónica Forqué – que trabaja en un espectáculo porno, necesita un compañero de trabajo – el siempre fiel a sí mismo Jorge Sanz – para realizar sus shows en directo…hasta que el sexo se confunde con ¡el amor!
He recordado este film , ya perdido en las filmotecas, al ir comprobando día a día, cómo a la expresión «Nueva Normalidad», se le iba borrando el adjetivo, quedando en «Normalidad» y , también , cómo le iban creciendo unos brotes verdes con las letras V-I-E-J-A…
Así, todo parece indicar que, habiendo pasado el mando en plaza de las autoridades sanitarias a las económicas, se irá difundiendo una, eso sí, «nueva narrativa», bien estructurada y desarrollada ,acaso con ayuda de unos cuantos guionistas de Hollywood, como en el caso de la Guerra de Irak que mostraron unas «armas de destrucción masiva», que luego se demostraron más bien de «desaparición masiva».
Probablemente la base de esta nueva narrativa tendrá un marco global de tipo Fu-Manchú que se resumirá en la tesis de que China creó el COVID-19 en un laboratorio, que lo difundió mundialmente con ocasión de unos Juegos Deportivos Militares, que después nos vendió mascarillas y respiradores previamente fabricados por millones, y que, por fin nos proporcionó la vacuna salvífica a un precio de órdago.
Y sobre este marco global que circunvalará la lucha por la hegemonía en el siglo XXI, es previsible que se vayan desinflando las críticas aledañas, surgidas en el entorno de la pandemia: se enunciará , por ejemplo, que el calentamiento global no era para tanto, que el turismo debe continuar siendo la clave del PIB mundial, que es necesario consumir no sólo lo imprescindible sino «lo necesario», que el urbanismo «emprendedor» ha sido siempre fuente de riqueza, que los sistemas sanitarios no pueden ya dar de sí por la arbitrariedad de los usuarios, que la tercera edad supone más que todo un problema, y , en fin, que todos ( y todas, of course) debemos aportar nuestro granito de arena, no exigiendo demasiado – ¡Ah benditos Pactos de la Moncloa! – y aceptando ese desdoblamiento del panóptico de Bentham que ha supuesto el despliegue voluntario del control social electrónico.
Ante esta vuelta la normalidad «de siempre» tan anhelada por los mercados, es asimismo posible que haya una resistencia cabal y ciudadana que pretenda extraer algunas conclusiones operativas para el futuro, pero, en todo caso, sería muy positivo que se comenzara a dilucidar con claridad la denominación de las cosas, como quería Confucio, y que, una vez más no se impusiera aquello del ¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?
[ Acta est fabula ]
Eskerrik asko, https://progressive.international/
alemanez, arabieraz, errusieraz, frantsesez, gaztelaniaz, persieraz eta portugesez, oraingoz.
Beste hau, Joseba Gabilondok idatzia, Michigan State Universityn irakasle eta «Globalizaciones. La nueva Edad Media y el retorno de la diferencia» (2018), Siglo XXIn argitaratua. Euskaraz, «Globalizazioak eta Erdi Aro Berria» Ereinen argitaratua, 2016an eta Unamuno saria: https://lavoragine.net/apocalipsis-biopolitica-y-estado-destituyente-la-precarizacion-en-tiempos-de-colera/?fbclid=IwAR23r6d1kvzjHXau3MuWGn8k5ygWa9Gr8euXGDibeTdYHh3N5qJjW8qJKL8
Eskerrik asko!
Eskerrik asko zuri berriro…
Habláis de «una resistencia cabal y ciudadana» a la vez que remitís a la web de OpenDemocracy, una organización del entorno de Soros y sus Open Society Foundations, la cabeza visible de las elites globalistas genocidas que dominan el mundo (familias Rockefeller, Rothschild, grupo de Bilderberg, Council on Foreign Relations, etc.).
Elites que llevan muchas décadas intentando (y están a punto de conseguirlo si no nos damos prisa en la reacción) su ansiado proyecto de Gobierno («gobernanza», governance, lo llaman ahora, que ni más ni menos supone la desaparición de facto de los Estados-Nación y la sumisión de los gobiernos a los lobbies financieros mundiales) mundial, el establecimiento de un ultracapitalismo transfronterizo sin freno ni límite alguno (ni físico ni moral), destructor de pueblos e identidades nacionales, bajo un sistema totalitario de formas colectivistas donde los seres humanos están destinados a ser meros trabajadores/consumidores cuasiesclavos, totalmente reemplazables unos por otros, sin identidad ni dignidad alguna, ni nada que defender.
Si no fuera trágico, sonaría a chiste. «Internacional Progresista», manda narices.
https://www.youtube.com/watch?v=Uh6X3v7Vcmw
Lea, por favor, el final de la columna…
Buen comentario.
Nos venden como camino a la «normalidad» (o casi) unos exámenes universitarios on line (con posibilidad de «ayudas».
Nos venden como camino a la «normalidad» que se comiencen unas clases presenciales en institutos («voluntarias»…. ¡¡que risa!!) para dos semanas cuando no se pueden reunir más de 15 personas (¿y las clases con 30 alumnos/as?)
Nos venden como camino a la normalidad el que hasta el día 25 no se pudieran reunir en una playa más de 10 personas pero se pudieran reunir en una terraza.
Nos venden como camino a la «normalidad» el ir por la calle con unas mascarillas, muchas veces en la mano o en el cuello. Me recuerdan a los adolescentes que iban, afortunadamente cada vez menos, con el casco de la moto en el codo.
Nos venden como camino a la «normalidad» que hasta hoy no se hubiera podido hacer deporte en centros públicos cuando llevan los centros privados abiertos desde hace diez días.
Nos venden que el camino a la «normalidad» viene porque gracias al esfuerzo de todos hemos conseguido bajar significativamente el número de muertos por el bisho, pero no he visto estadísticas de los muertos no coronavirus y la influencia que en ellos ha podido tener la cita telefónica y los cuatro meses de espera para una consulta presencial solicitada «como urgente».
Nos quieren vender que, como en otra película también interesante (El jovencito Frankestein), nos han puesto un cerebro cuyo anterior dueño era un tal A. Normal.