LAS PALABRAS ( y las cosas)

«Esto no es una pipa» (René Magritte , 1928)

En muchas ocasiones las palabras de quienes se dedican a la política parecen sacadas de alguno de esos manuales de autoayuda que se venden en la sección de librería de los grandes almacenes. Pues, escuchándolas, puede deducirse que piensan que repitiendo algunas frases a modo de mantras convierten sus deseos en realidades.

Todo indica que esta actitud está anclada en el cerebro reptiliano cultural judeo -cristiano bajo la figura del dios-todo-poderoso que crea hablando, obviando los intentos de dilucidación de la complicada función del lenguaje como configurador de realidad que ya se inició en la cultura griega. Y hay que afirmar que ciertamente desde entonces el lenguaje ha sido considerado como la trama básica capaz de dotar de sentido a las acciones humanas, de retrotraer la respuesta instintiva y de generar intencionalidad y  proyecto.

Pero también es necesario recordar que poco a poco, la significación de las acciones humanas ha acaparado toda la atención sin que muchas veces se atendiera adecuadamente a los hechos, unos hechos, por otro lado, seleccionados en función de la intencionalidad. Y en este proceso nuestra cultura parece haber llegado a una situación logofrénica en la que los discursos interpretativos se suceden unos tras otros sin que se tengan muy en cuenta los hechos a los que se refieren.

A esto se añaden las corrientes constructivistas – como la de Watzlawick y la Escuela de Palo Alto – que, por un lado, ironizan sobre la dinámica logofrénica, pero que, por el otro, aprovechan el juego que se genera para dar recetas acerca de cómo construir  otra realidad.

Se puede llegar a vivir así en la convicción de que, como todo es interpretación y las interpretaciones pueden cambiar, todo puede cambiar. Curiosamente la realidad fáctica de los hechos deshace continuamente tales pretensiones. Lo no-discursivo se venga de la prepotencia injustificada de lo discursivo a sangre, locura y fuego, como ya apuntara certeramente Michel Foucault.

Así que, ante la polución de palabras e interpretaciones, ahora además centrifugadas por las redes sociales, ¿ serán capaces quienes se dedican a la política de poner las palabras y las cosas en su sitio? Sobre todo para no volver a engañarse ni engañar a nadie creando falsas expectativas… ¿Seremos, al cabo, capaces de mirar las cosas en silencio, directamente, sin ideas preconcebidas ni supuestos argumentales? ¿ Y hacerlo a pesar de saber que somos el fruto de muchos previos e intenciones ? ¿ Seremos capaces, por fin, de dar cuenta de esa mirada en una relación nueva con el lenguaje que no pretenda ser sustitutoria de la realidad fáctica? …Las palabras y las cosas…

2 comentarios sobre «LAS PALABRAS ( y las cosas)»

  1. Vicente, sin ánimo de coartar tu libertad creativa, te confieso que textos como este, que combinan sabiamente tu erudición con la actualidad, son los que más me gustan. Es una sociología cercana, pero no «de andar por casa». Me abre muchas ventanas y me incita a leer. Gracias por esta tarea no remunerada…
    Un saludo

    1. Estimado Aurelio: He de confesar que a mí también son los que más me gustan, pero eres de las pocas personas que han mostrado esta afinidad. Así que gracias, muchas gracias, porque tus palabras me animan a insistir en este camino.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *