NO HAY NADA QUE HACER (o entre el desengaño y el pensamiento débil)

Mientras me ocupaba de temas relativos al barrio ( nihil novum sub sole: auzolan !) (1) (2)como profesional moderadamente comprometido ,como inquieto específico leía un artículo de Gabriel Albiac y una entrevista a Gianni Vattimo.

Los dos son filósofos y a los dos les conozco desde hace mucho tiempo. A Albiac desde los años 70 cuando lucía una melena maoísta, a Vattimo desde los 80, cuando guapo, católico y sentimental, dio a conocer su pensamiento débil en pleno apogeo de la postmodernidad.

Albiac, ahora calvo y spinoziano, detesta la política que se pretende pura y más ante la obscenidad de la exibición de tantas estúpidas purezas ideológicas. Y Vattimo, ya canoso y más sentimental, desea morirse «antes de que estalle todo esto» tras descubrir que Heidegger era en realidad una cristiano encubierto – algo que ya había señalado, por cierto, el también filósofo François Jullien.Los dos quieren huir del mundanal ruïdo y refugiarse en una escritura oculta y secreta, tal que monjes de la Edad Media, pues consideran que ya «no hay nada que hacer»

Es esta- «no hay nada que hacer»- una frase que he oído desde la infancia. Se la escuchaba a mi padre ante cada crecida anunciada del río Arga o también a algunos de quienes acudían conmigo a alguna manifestación antifranquista apuntando que serían otros quienes la sumarían a su plusvalía política. Pero, de hecho, mi padre levantaba sacos terreros para evitar la riada y mis compañeros volvían a acudir resignados al siguiente salto.

Será por todo esto y otras anécdotas que no he contado que para mí esta frase – «no hay nada que hacer» – y otras parecidas no son más que un dato previo y consabido. Y no tengo ninguna duda de que esta manera de tomarme las cosas tiene mucho que ver con la educación judeo-cristiana que recibí de los Hermanos Maristas – ¡siempre caminando entre las paredes detenidas de un Mar Rojo partido en dos!( Éxodo, 14, 22) – aunque ahora la disfrute en una versión laica.

Pues como decía el jesuita Baltasar Gracián, de quien siempre tengo muy a mano su Oráculo manual y Arte de prudencia ,»son los aprietos lances de reputación…» ¡Y tanto!

(1)https://blogs.deia.eus/el-paseante/2019/06/25/abando-habitable-continua-la-polemica/

(2)https://blogs.deia.eus/el-paseante/2019/06/27/abando-habitable-el-silencio-de-la-omerta/

Un comentario sobre «NO HAY NADA QUE HACER (o entre el desengaño y el pensamiento débil)»

  1. El «no hay nada que hacer» yo le he escuchado de incompetentes sin formación. Y el «hay que hacer algo» de golpistas cuando gana las elecciones un partido que no es el suyo…

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