En un viejo libro- Estudios sobre el siglo XIX español – el ya fallecido maestro de historiadores que fue Manuel Tuñón de Lara, afirmaba que la gran burguesía catalana, a diferencia de la vasca, nunca se volvió oligarquía y , consecuentemente, no entró a formar parte del bloque de poder español.
Esta es probablemente una de las razones por las que los nacionalismos vasco y catalán , surgidos a finales el siglo XIX, han sido tan diferentes.
Así el nacionalismo vasco se encarnó en poco tiempo en una pequeña y media burguesía que no participaba en aquella oligarquía – sobre todo vizcaína – que no necesitaba mostrarse para mandar : a este respecto resulta curioso que la citada oligarquía construyera un a modo de teatro de bolsillo- el Arriaga- y recolocara el Ayuntamiento de Bilbao y el Palacio Foral en lugares un tanto anodinos , y sin plaza delante para » recibir al pueblo».
Y todo ello a diferencia de la gran burguesía catalana que construyó un gran Teatro del Liceo para » verse», y un ensanche urbano con muestras continuas de riqueza y mecenazgo, como la Casa Mirá o la Pedrera que visitamos ayer.
Y es que cuando alguien manda de verdad – como esa oligarquía que se formó hace ya más de cien años y que ha regulado todas las » transiciones» -no necesita mostrarse ni manifestarse y su «nacionalismo » es tan implícito que pasa desapercibido al confundir el Estado con la Nación…
Nada entre dos panes
Txiroen bokata…