A raíz de la pequeña y un tanto maniquea polémica que ha seguido a mi última reflexión sobre Patria, la serie de HBO basada en la novela de Fernando Aramburu, he recordado estos parrafos que un día yo escribí pensando en tí, mi hipócrita lector ( o lectora , of course), mi semejante, mi hermano ( o hermana, too)…
«El mito es muy conocido. Teseo logra salir del laberinto de Knossos con la ayuda del hilo que en un ovillo le ha dado Ariadna y que ha ido extendiendo desde la entrada permitiéndole luego localizar la salida. La de Ariadna resulta una argucia modélica pues resuelve, como lo resuelven todos los mitos, un problema. En este caso el problema de salir victoriosamente de una acción que se plantea como dificultosa – vencer al Minotauro- mediante una adecuada planificación que va ordenando todas las fases de la misma: el hilo se va extendiendo hasta el centro del laberinto y se va recogiendo hasta la salida dando sentido al recorrido.
Para nosotros el hilo de Ariadna es el hilo narrativo ,un hilo que describe su acción dando sentido a su amor y a los planes de Teseo. Y dar sentido a las acciones humanas parece ser la función de toda narrativa. Algunos afirman que dar sentido a las acciones humanas es una clave antropológica y que está muy vinculada a las capacidades narrativas de los seres humanos desde la prehistoria – tal parece deducirse de la observación crítica de las primeras pinturas rupestres. Pero también pudiera ser que dichas capacidades narrativas sean simplemente inoculadas y desarrolladas desde los primeros años de la vida por medio de los denominados “ cuentos infantiles” y de las prácticas de iniciación narratoria que los acompañan. Quizá por ello el escritor catalán Josep Pla tildaba las novelas de “ literatura infantil de las personas adultas” ( aunque algunas malas lenguas comentan que decía esto porque no sabía escribir novelas y sólo escribía dietarios.
En cualquier caso, desde una perspectiva histórica es comprobable que ese “ sentido” global y unitario de la vida se dio en primer lugar, al menos en nuestra cultura y como ya se ha apuntado, en un registro narrativo mitológico. Le sucedió luego un relato religioso , en nuestro caso el del judeo-cristianismo, que se superpuso a los relatos mitológicos primigenios. Y por fin , el “ sentido” tomó cuerpo en los desarrollos discursivos de las ideologías que surgieron a lo largo del siglo XIX y de las cuales las dos que más importancia han tenido han sido el socialismo y el nacionalismo.
En aquel ya lejano siglo XIX, decía Augusto Comte que renunciar al “sentido” en esta dimensión narrativa que lo explica todo era un paso hacia la fase positiva que debía inaugurar una era científica, una era de pequeñas verdades y de grandes incertidumbres. La propuesta no era muy novedosa , pues algo parecido habían ensayado, mediante la fuerza única de las palabras, los filósofos clásicos griegos postulando la emergencia de la razón filosófica ( el tan traído y llevado logos) frente a la narrativa ( el no menos mentado mithos ) . Y en su momento Margarita Rivière, ( “Cuentistas globales”) , ratificaba la misma idea haciendo alusión a los desatinos de la utilización del arcano esquema narrativo de “ los buenos y los malos “ para enhebrar una explicación pseudo-racional y un tanto inverosímil de la política exterior de los USA – de la mano, por cierto, de algunos guionistas de Hollywood.
Reflexionar sobre lo narrativo, desvelar sus condiciones y dimensiones, enfrentarlo a un análisis racional, no parece, sin embargo, que vaya a permitir marcar muchas distancias respecto de esa clave antropológica, originaria o inoculada. Pues tal clave urge un tanto compulsivamente hacia la necesidad de contárnoslo todo y de que nos lo cuenten todo , probablemente para tranquilizarnos en medio del desasosiego de la vida . Y porque percatarse de esta dependencia de los modelos narrativos, de sus implicaciones ideológicas y políticas, reconstruir, en fin, el hilo narrativo no significa poder apartarse de él salvo que , como decía Nietzsche, se sea muy fuerte, quizá demasiado fuerte.
Y, en efecto, ese hilo narrativo que da sentido a nuestras vidas desde sus aspectos más domésticos hasta las proyecciones de trascendencia histórica, viene a ser muy parecido al cable que comunica el vagón de un tranvía con su catenaria, y , si se rompiera, se interrumpiría acaso la energía que nos mueve y entraríamos a lo peor en una vía muerta ( ¿ o quizás en otra forma de vida?
Así que pendientes de un hilo nos quedamos, del hilo de Ariadna…»
Pues eso, que diría un Umbral.
Bueno, lo primero es que lo que de momento deberíamos criticar o no, es la novela. Porque la serie no la hemos visto aún (a no ser que a Ud. se la hayan enviado para pre-visionarla).
Lo segundo es que Teseo tenía dos problemas, no uno. El primero era matar al minotauro, y el segundo era salir del laberinto una vez cumplido ese trámite. Para el segundo le sirvió el hilo, pero de poco le hubiera servido sin la espada con la que mató al monstruo.
Así que siguiendo con la historia, pongamos que matar al minotauro es acabar con ETA (con la espada o con la ley), y que salir del laberinto (gracias al hilo de Ariadna) es eso: salir del laberinto en el que esta sociedad ha estado metida durante 50 años.
¿Es Patria ese hilo? Por supuesto que no. Patria es UN hilo. Habrá otros muchos, de un lado y de otro. Al menos es lo que debería ocurrir. Pero Patria es un hilo fundamental que debía contarse. Aranburu no es un clown como Juaristi que lo mismo coquetea con ETA en su juventud que se suma a DENAES, germen de Vox. No, Aranburu cuenta una realidad real, si se me permite la expresión.
Para hacer una tela, hacen falta hilos. Patria es uno más. Como digo, uno importante, pero hacen falta muchos más. De todos los colores. Rojo/Verde/Blanco y Rojo/Gualda (lo se, es demasiado obvio meter los colores de las banderas como colores de los hilos de Ariadna necesarios). Para explicar lo que pasó aquí. Una cosa no se entiende sin la otra. Pero como dije en un comentario anterior, entender NO es justificar.
La hiperinflación alemana de los años 30 y toda la situación entonces explica la subida de Hitler al poder, pero obviamente no justifica el asesinato industrial con Ziklon-B ni la invasión de Polonia. De la misma manera la situación tras la guerra incivil y el apalancamiento del PVN antes y tras la muerte de Agirre explican aquella ETA de Madariaga, Enparantza y Txilliardegi, pero obviamente no justifican la muerte de casi 1000 personas. Doy por hecho que en esto estamos de acuerdo al 1000%.
¿Cuándo habrá una trama con todos los hilos bien hecha que explique qué pasó y por qué? Pues mire, aún no se ha terminado la trama de 1936-39 (y no tiene pinta de que acabe en breve), con lo cual ni Ud ni yo viviremos para entonces. Se lo fío al siglo XXII, no es coña.
Mientras tanto Patria seguirá siendo un hilo necesario, como serán necesarios hilos que expliquen (no que justifiquen) a ETA. Y la pena será que la difusión que esos hilos tendrán no alcanzará ni el uno por millón de la difusión de la novela de Aranburu (y la serie… y el comic, que lo hay). Y por eso, se van a perder partes fundamentales de esta historia, se van a quedar a medias y no van a entender nada. Y en eso, le doy toda la razón: admito que el relato que quedará en la gente no inquieta esa parte, importante pero incompleta. Pero eso no es culpa de Aranburu, no?
Saludos.
Dijo Aramburu que había gente de los «pueblos pequeños» que iba a San Sebastián a comprar PATRIA porque les daba miedo comprarlo en su pueblo y escondían el libro «debajo de los puerros» que llevaban para casa.
No se pueden decir más disparates y ser más despectivo con la sociedad vasca en una sola frase.
» Y dar sentido a las acciones humanas parece ser la función de toda narrativa». Lo tendré muy en cuenta. Habría que tener en cuenta, claro, si ese dar sentido es hacia los demás o hacia uno mismo.
Pues yo creo que lo es en los dos sentidos. No sé si en su momento le pasé, don Antonio, mi librillo «Aproximaciones a la razón narrativa». Como ya tiene unos años (es del 2006) , le enviaré con mucho gusto un ejemplar.
No lo recuerdo don Vicente y si es así es que no hubo tal
Le he enviado un email, don Antonio.