Poética mínima triclánica

En estos tiempos de fotografía digital, a mi me gusta dibujar. Por supuesto, disfruto y mucho con las fotografías de los demás, sobre todo  con las de los amigos y amigas que han hecho de este quehacer su arte. Pero para mí el dibujo no es una práctica artística sino una manera de concentrarme en lo que tengo delante: dibujando paso del ver al mirar.

Por ejemplo, en este viaje veraniego que me lleva, una vez más, por tierras sicilianas, he dibujado (siguiendo un orden a lo Jorge Luis Borges): a) la torre desmochada  del castillo suevo de Vendicarí ; b) una palmera perdida en la Marina de Ragusa ; c) la ventana superior izquierda del Palazzo Fava de Scicli ; y d) un penacho decorativo lateral de la iglesia de Santa Chiara de Noto.

Todos estos dibujos los he realizado sin selección previa alguna y casi sin proponérmelo: simplemente  una forma me ha llamado la atención y me ha apetecido copiarla como si la recorriera con mi lápiz. En esto , la secuencia se parece mucho a cuando escribo un haiku ( esa otra actividad secreta que compensa la estolidez de la escritura académica), siendo el motivo del kireji no una palabra sino una imagen, una imagen en la que concentrarme.

Pero en fin, como decía el viejo Pla…No sé a quién le puede interesar todo esto…

N.B. De lo mejor que he encontrado sobre este asunto es un libro de John Berger que se titula precisamente Sobre el dibujo.

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