SIN SERVICIO DE MESA ( ni de nada…)

«El paseante ha finalizado esa vuelta cotidiana que por ahora no peligra, y le apetece sentarse , tomar un buen café con leche y un pincho de tortilla de patatas. No le resulta fácil, pues todas las terrazas están ocupadas. Por fin, en una última revuelta, sorprende a un cliente levantándose de una mesa, y previa petición, ocupa una de las sillas. Sobre la mesa en cuestión figura un plástico verde sobre el que se lee «mesa desinfectada», lo cual en modo alguno es cierto ya que queda un plato sucio y una jarra de cerveza sin terminar, a más de migas por todos los lados. Al cabo de un rato aparece un camarero muy empiringotado como corresponde al lugar en cuestión, pues se trata del establecimiento decano de la villa que tiene más de cien años. Higienizada la mesa en silencio, al pedir la comanda el camarero indica amablemente que no hay servicio de mesa y que hay que pedirlo todo en la barra. El paseante calcula la distancia entre la mesa y la barra y rápidamente se da cuenta de que si va a pedir perderá de inmediato la mesa por lo que se levanta y se va directamente a su casa».

Escribía no hace mucho el columnista catalán Quim Monzó que no le daban ninguna pena todos aquellos bareros que se habían vendido al turismo sirviéndolo todo de mal en peor y que ahora se veían en la estacada. No voy a ser yo quien niegue el desastre económico que la pandemia del COVID-19 está suponiendo para el sector hostelero que un día abre y otro cierra para volver a abrir ,y con horarios más cambiantes que la luna. Y aunque es cierto que ningún país puede sobrevivir autónomamente con un PIB asentado en los servicios, clara herencia, en este caso, de la estructura económica franquista ,también es cierto que su fracaso puntual no debería nunca recaer en el deterioro de los servicios. Pues una vez más ,aunque en buena tradición carpetovetónica – esa de «la cuenta de la vieja» en palabras siempre vigentes del historiador Manuel Tuñón de Lara – , el sector, hoy tan jeremíaco y hasta hace poco tan expansivamente indolente, se estaría comiendo los pocos huevos de oro que le quedan a su desplumada gallina.

Un detalle como el relatado, superpuesto a algunos carteles en los que se indica el numero máximo de minutos durante los que se puede disfrutar de una terraza, el incremento del precio por la «cuota covid» , o la proliferación de mesas «reservadas» para comer a unos horarios holandeses, no contribuyen sino a fomentar aún más un consumismo de pega que convierte en paganos de la crisis a los simples ciudadanos y ciudadanas…

N.B. para S.A. : Ya sé que estas cosas no ocurren en los barrios populares, altos o bajos, donde todavía se mantiene la figura del «parroquiano» ( y «parroquiana», of course) y el respeto que merece. ¿O no?

4 comentarios sobre «SIN SERVICIO DE MESA ( ni de nada…)»

  1. Igual ha tenido Vd. suerte y se ha librado de comer una mala tortilla y beber un café con leche mustio al lado de un fumador y de dos personas con la mascarilla en la papada.
    Por no hablar de los cinco Euros que siguen en su poder, o seguían.
    Paseando también por Bilbao, en la calle Gordóniz concretamente vi un bar con una terraza tan diminuta que sólo disponía de una mesa ocupada por dos personas.
    Cerca de la misma, una excavadora pequeñita hacía una zanja con un ruido del demonio mientras el polvo subía y bajaba. Idílico y relajante.

  2. Don Vicente, en mi barrio, segundo ensanche de la ciudad de la década 70-80, hay los dos tipos de establecimientos, los de mesa reservada para comidas y el «mìo», en el que han tenido la gentileza de poner en un rinconcito una mesa con la siguiente leyenda «Txoko de Antonio». Claro, siempre ha habido clases.

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