Hace unos días recibí por correo Una casa en Walden ( sobre Thoreau y cultura contemporánea) del profesor Antonio Casado da Rocha, a quien había conocido con ocasión de la excelente tesis doctoral de Juan Mari Agirreurreta.
He leído el libro casi de un tirón porque el tema – Thoreau y su obra- me resultaba muy cercano y, también y acaso sobre todo, por la seductora prosa en que está escrito.
Lo que más me ha gustado ha sido el conjunto de textos que Casado denomina excéntricos y sobre todo el que abre la obra, amparándose en un dispositivo autodiégetico, el diario, que Casado domina, como antes se decía, a la perfección.
Verdaderamente es un gran placer poder leer una obra así, tan sopesada en fondo y forma, lejos de academicismos de curriculo – que , por otro lado comprendo muy bien y respeto.
Y sobre todo leer una obra sobre el olvidado Henry D. Thoreau ( 1816-1862) que ya en su momento teorizó y practicó una nueva manera de vivir y de hacer política: tan conocido como Walden ( 1854)– donde narra los dos años, dos meses y dos días que vivió en una cabaña construida por él mismo – es su ensayo sobre La desobediencia civil ( 1849).
En la magnífica librería Strand de New York se me pasó por la cabeza comprarme todos los volúmenes del largo diario de Thoreau que llenaban un par de baldas, pero ante las protestas familiares hube de conformarme con una selección que, para mí, ávido siempre de este tipo de escrituras, constituye ya un pequeño tesoro.
Buen regalo, pues, el de Antonio Casado ( que, por cierto, caramba, también parece saber mucho sobre otra de mis debilidades: el haiku.