«Ahora, finalmente, da gusto vivir en Cataluña. La unanimidad es completa. Todo el mundo está de acuerdo. Todos hemos tenido, tenemos o tendremos, indefectiblemente, la gripe» dice Josep Pla al comienzo de su entrada del 14 de marzo de 1918 en su célebre Cuaderno Gris .
Ya sé que el horno no está para bollos y que citar a un anarquista de derechas y espía franquista ( confirmado) – a fuer del mejor escritor catalán del siglo XX según Jordi Gracia- puede estar fuera de lugar, pero la frasecita se las trae por mucho que , a primera vista , parezca banal.
Los primeros meses de 1918 fueron cruciales para el movimiento regionalista en Catalunya pues supusieron un puente político entre las reuniones de diputados y senadores catalanes del verano de 1917 en las que, con Francés Cambó a la cabeza , se reafirmó la voluntad de constituirse en una región autónoma y la asamblea de parlamentarios de octubre que inició las negociaciones que se frustraron poco después.
Pero Pla, que , como muy bien apuntó J.M. Castellet en Pla o la rao narrativa, era también un «kulak» de tierra adentro ( algo también confirmado por Manuel Vázquez Montalbán y Montserrat Roig) , sabía de la influencia de la naturaleza en el comportamiento humano. Y de la misma manera que aceptaba que con él era mejor no hablar si había tramontana, en una sencilla frase como la citada resumía todo su pensamiento político: la gente sólo se siente unida ante un padecimiento común aunque lo disfrace de » dolorismo recreativo».
Y, bueno, el Pla pensaba que los padecimientos de verdad sólo eran los puramente físicos, como el hambre, el dolor o la muerte sangrienta, y no acertó a ver los metafísicos , como, por ejemplo, la identidad. Pero los metafísicos, ¿ son de verdad padecimientos comunes?
Pla, el hombre al que le gustaba vivir en «un país hecho».