VAC(UN)ACIONES

Josep Maria Argimon, conseller de Salut de la Generalitat de Catalunya se quejaba hace poco de la bajada del ritmo de vacunación debido al periodo vacacional : «Agosto era ,y aún es ,una magnífica oportunidad para empezar en septiembre la vida laboral, las aficiones, las clases, de la mejor manera…Organizamos toda la estructura para que se administraran todas las vacunas posibles- 600.000 a la semana- …¿ Y se quedan la mitad sin poner?»

Según parece, la situación no es solo particular de Catalunya sino de toda la Pell de Brau. Y aunque, en principio, las palabras de Argimon emergan claras y distintas que diría Descartes, su lógica subyacente cuelga de un techo de cristal tecno-sanitario que tan solo se roza con la Salud Pública. Pues, ¿ cómo conectar la «magnífica oportunidad para empezar en septiembre la vida laboral, las aficiones, las clases, de la mejor manera» con la ausencia de unas vacaciones que forman ya parte del rito veraniego y que además, en este caso, se presentan con redoblada necesidad tras las cansinas limitaciones sucesivas ocasionadas por la pandemia?

Y es que , como se ha repetido una y otra vez frente a los reduccionismos tecnocráticos, la pandemia del COVID-19 no es solo una cuestión sanitaria sino también psico-social – y de ello hay cada vez más evidencias científicas– y la ausencia de profesionales de la Sociología, de la Psicología , de la Psicopedagogía y de otras disciplinas de las Ciencias Sociales en los correspondientes comités de asesoramiento de la política institucional de salud , impide adecuar las disposiciones estrictamente sanitarias a los ritmos sociales , fomentando las contradicciones que tan angustiosamente sorprenden al Conseller de Salut.

Pero , claro, para que todo lo anterior sea tenido en cuenta hace falta primero reconocer de una vez por todas el caracter científico de las disciplinas mencionadas, algo todavía en mantillas en estos lares decimonónicos , y , en segundo lugar,aceptar que en la dinámica esquizoide de desbordamiento del sistema sanitario simultaneada con el parón en seco estacional de la demanda terapéutica, hay tanto una falta de medios ocasionada por la falta de inversión en las décadas anteriores ( de hasta un 50,7%) como la escasa capacidad pedagógica de unos dirigentes que solo argumentan con cuadros estadísticos.

En fin , que a ver si a nuestros próceres se les abren un poco los ojos – para ver- y la mente – para reflexionar -, y pueden atisbar, sin lloriquear ni repartir culpas, cómo casar vacaciones y vacunaciones…

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