El domingo pasado, mientras tomábamos unas excelentes rabas en el Bar Castaños junto a la Plaza del Funi, Marta* comentó que en una escuela pública, parte del profesorado, incluida la dirección, se había confabulado para repartirse al final de la jornada la comida que había quedado sobrante en el comedor escolar. Y también que, lógicamente, a quien entraba de nuevas en la plantilla, se le ofrecía la posibilidad de tomar parte en el prorrateo siempre que cumpliera con el correspondiente pacto de silencio. Por lo visto, añadió la comunicante, las disputas solían desatarse cuando había que repartirse un número impar de muslos de pollo.
Todos nos reímos , pero Mikel se puso muy serio. » Se empieza así y acabas montando una en plan Los Soprano«, comenzó diciendo, «porque primero te conformas con lo que hay, luego pides el máximo de comida posible, después vas repartiendo menos y al final creas una red con los colegas de la escuela de al lado».
Si lo anterior es verdadero o falso o se trata de una más de las leyendas urbanas que circulan por los radio-macutos whatsappeantes en vigor , yo no lo puedo decir , pero como historieta para un corto no estaría mal. Se lo comentaré a Patxi la próxima vez que nos veamos…
*Quienes no conozcan a los personajes de esta saga, pueden consultar:
http://blogs.deia.com/el-paseante/2016/11/20/dramatis-personae/