El pasado sábado día 23 ,bajo el título de «El casero de Dios»,el programa Salvados de Jordi Évole estuvo dedicado a las gestiones inmobiliarias llevadas a cabo por el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes.
De lo ahí expuesto ,se puede concluir que dichas gestiones, amparadas en la cuestionada legalidad de las inscripciones realizadas por la Iglesia Católica durante el franquismo e incluso hasta nuestros días ,resultan problemáticas.
Probablemente las circunstancias y gestiones llevadas a cabo por este Arzobispado constituyen un modelo análogo que puede servir para categorizar lo ocurrido en otras diócesis: sin ir más lejos , las ventas llevadas a cabo en la diócesis de San Sebastián o la polémica suscitada por la recalificación de terrenos de una parcela situada en el centro de Bilbao para construir un gigantesco edificio que ha encontrado la oposición de muchos vecinos, asociaciones de padres y madres así como de diversos profesionales de la Historia, el Arte y la Sociología.
Por supuesto, a estas alturas del siglo XXI, nadie puede poner en duda el rol socializador de las religiones ( tradicionales o civiles) pues hace ya muchos años tanto Sigmund Freud como Émile Durkheim las consideraron instituciones necesarias en sus diversas variantes confesionales.
Pero precisamente ,recordando a Durkheim, hay un punto muy relevante en el que coinciden estructuralmente todas las religiones institucionalizadas (más allá de los ritos y de su Ecclesia) y que es el conjunto de dogmas de aceptación incontestable.
Y es en este punto donde, aun comprendiendo la necesidad de la Iglesia Católica de poner en venta muchos de sus bienes ante el descenso de la aportación de los fieles, no parece de recibo que se olviden principios morales muy asentados,acentuándose el caracter especulativo del capitalismo mas rancio y radical , ya condenado desde León XIII, y amparándose en una legalidad de unos tiempos en los que el nacional-catolicismo informaba a su jerarquía.
Esta elusión de responsabilidad moral que ha sido criticada en muchas ocasiones incluso desde dentro del mundo eclesiástico , tiene su más nefasta manifestación en la asunción acrítica de unas responsabilidades generadas por antiguos jerarcas, algunos de los cuales han dejado tras de sí y para sus sucesores unas hipotecas ( éticas y financieras) inaceptables.
Quizás ha llegado el momento en el que los relevos jerárquicos sean también una oportunidad para efectuar las correcciones morales precisas en la acción ecónoma de la Iglesia Católica, recuperando así los principios que , en puridad, debería estar defendiendo…Y para que obispos y arzobispos no aparezcan más ,nunca más, como vulgares caseros…de Dios.